Existen temas que, de tan cotidianos, los tomamos como naturales, forman parte de nuestras vidas y no suelen ser objeto de análisis, pero son imposiciones culturales que alguna vez comenzaron a ser, como la monogamia.
Es una definición universal: monogamia (del griego, monos: uno y gamos: unión). En el mundo animal, la monogamia se refiere a la relación de la pareja que mantiene un vínculo sexual exclusivo durante el período de reproducción y crianza. En los humanos, la monogamia es un modelo de relaciones afectivo-sexuales basado en un ideal de exclusividad sexual para toda la vida entre dos personas unidas por un vínculo sancionado por el matrimonio, por la ley o por el derecho consuetudinario. Al practicante o creyente en este modelo de relación se le llama monógamo.
A diferencia de la monogamia, existen otros modelos de relaciones que posibilitan vincular afectiva y sexualmente a más de dos personas a la vez, como la poligamia (sea poliándrica o poligínica), poliamor, entre otras, la monogamia seriada, que se refiere a la práctica de restringir el contacto sexual o amoroso a una sola persona, por un período limitado de tiempo, después de lo cual se termina la relación para empezar alguna otra. Aunque se entiende que nunca hay más de una pareja al mismo tiempo, en la práctica, suele haber un período de ocultamiento con la nueva pareja, pero también suelen existir períodos sin relación o de soltería. Dentro de la cultura occidental, esta forma de monogamia es más prevaleciente que la monogamia estricta, donde se tiene o se aspira a tener una sola pareja para toda la vida, esté casada o no.
Existe abundante evidencia biológica, primatológica y antropológica que muestra, por mucho, que los humanos han sido propensos a tener múltiples compañeros sexuales, y por otro lado, parece no existir evidencia para mostrar que la monogamia sea algo natural o normal en el ser humano.
En un estudio que realiza el antropólogo Ford junto con el psicólogo Beach, en 185 sociedades humanas encuentra que menos del 16% restringen sus miembros a la monogamia, pero solamente 5% desaprueban sexo extramarital.
En otro estudio de estructura social que abarca 238 diferentes sociedades humanas alrededor del planeta, Murdoch encontró matrimonio monógamo en sólo 43 de ellas; esto es un porcentaje similar de alrededor de 16%.
Un estudio llevado a cabo en los Estados Unidos, publicado en la revista Nature, revela que el tipo de relación que sostienen dos distintos tipos de ratones (de pradera y de pantano) depende exclusivamente de un gen, éste es el encargado de codificar la proteína que tiene por nombre receptor de vasopresina. La proteína antes mencionada trabaja en el paladium ventral, región cerebral que regula la sensación de premio, e íntimamente relacionada con la memoria.
Un virus, procesado genéticamente para expresar el mencionado gen, fue inyectado en el cerebro de ratones de pantano, éstos son reconocidos por sus conductas polígamas. Sorprendentemente su conducta cambio radicalmente al volverse monógamos.
Como en otros casos se podrían extrapolar resultados al ser humano, pero los artífices del experimento afirman que “esta investigación podría dar una orientación para explicar por qué algunos seres humanos no se comportan igual que otros en sus relaciones de pareja”.