Creado en Rusia, se juega con la baraja inglesa y su traducción refiere a insultos del estilo bobo o estúpido, sin mala intención; Sucede que en la competencia no hay un ganador si no un solo perdedor: el último que se queda con cartas en la mano; Aquí los secretos para evitar tal deshonra

Las partidas de Durak más corrientes se disputan entre 4 jugadores. Del mazo se retiran del 2 al 5 de cada uno de los palos. El orden relativo de las cartas es de mayor a menor: as, rey, reina, jota, diez, nueve, ocho, siete y seis. En cada partida existe un palo de triunfo, determinado por la última carta que el dador se reparte a sí mismo. Esta carta se deja descubierta hasta que todos los jugadores conocen el palo de triunfo de la partida. Es entonces cuando el dador la incorpora a su mano. El dador reparte seis cartas boca abajo a cada jugador. Sólo se da cinco cartas a sí mismo, y deja descubierta la sexta para que todos los jugadores conozcan el palo de triunfo. El resto de las cartas o baceta se dejan en el centro de la mesa, para que lo jugadores tomen cartas en fases sucesivas del juego.

Cada jugador, en su turno, se convierte en atacante principal del jugador de su izquierda, que es el único defensor en este turno de juego. El atacante juega una de sus cartas sobre la mesa, de modo que todos la puedan ver, aunque el ataque sólo va dirigido contra el jugador de su izquierda. Este se defiende jugando una carta superior del mismo palo o una carta del palo de triunfo, es decir, el defensor ha de ganar como si se tratara de un juego de bazas con palo de triunfo. Una vez que el primer ataque ha sido defendido, todos los jugadores se convierten en atacantes, siempre que jueguen una carta del mismo índice que las expuestas sobre la mesa. El límite de los ataques los marca la cantidad de cartas del defensor: no puede recibir un número de ataques superior al de sus cartas. Este debe responder jugando una de sus cartas, que debe ganar a la de ataque, para lo cual ha de ser del mismo palo y de orden superior, o bien ser del palo de triunfo. Si el defensor no puede ganar el primer ataque por no tener carta apropiada o no querer jugarla (no es obligatorio defenderse), toma la carta de ataque y la pone en su mano junto con sus otras cartas. El turno termina de este modo y el defensor pierde su derecha a atacar. Todos los jugadores pueden convertirse en atacantes contra el mismo defensor, siempre que puedan jugar cartas del mismo índice que alguna de las jugadas en ese turno y que se encuentran descubiertas sobre la mesa.

Si el defensor puede responder a los ataques, ganando cada uno de esos con una de las cartas de su mano (no puede recibir más ataques que cartas tiene al inicio del turno de defensa), el ataque fracasa, se recogen las cartas expuestas sobre la mesa y se apartan, ya que dejan de participar en el juego. El turno pasa y el defensor triunfante pasa a convertirse en el atacante principal del jugador de su izquierda. El turno termina cuando el defensor consigue vencer todos los ataques o bien cuando no puede ganar uno de esos. Si todavía hay cartas en la baceta del centro de la mesa, los jugadores toman por turno, a partir del atacante principal, las cartas necesarias para recomponer la dotación de cartas con las que han empezado el turno. Un jugador queda eliminado cuando se queda sin cartas y ya no puede perder. El juego continúa hasta que sólo queda un jugador con cartas, que se convierte en el durak y reparte las cartas para el siguiente juego.

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