Es un juego de naipes de origen español. Se trata de un juego de bazas con un palo de triunfo en el que no se distribuyen todas las cartas al principio de la partida, sino que éstas se van tomando del mazo según se van jugando las bazas.
En cierto modo, puede considerarse la brisca como una simplificación del tute y jugarse como entrenamiento de éste o con jugadores menos expertos. Por eso es considerado un perfecto juego familiar, para los que buscan en las cartas algo más que un simple desafío al azar.
El objetivo consiste en reunir en las bazas ganadas por un jugador o una pareja de jugadores más puntos que los adversarios. La brisca puede jugarse entre dos o más jugadores. Normalmente se juega entre dos, tres o cuatro; en este último caso se juega por parejas de compañeros. Es un buen juego para tres jugadores, que pueden sacar uno de los doces de la baraja o bien no tomar una de las últimas cuatro cartas.
También pueden participar seis jugadores y en este caso se quitarían los cuatro doces de la baraja, en dos equipos de tres. En estas partidas los jugadores se sientan alternados alrededor de la mesa.
La brisca se juega con la clásica baraja española de 40 cartas. Si sólo se dispone de una baraja francesa o inglesa, habrá que eliminar los dieces, los nueves y los ochos, y emplear las damas o reinas como caballos. El resto de naipes son equivalentes a los de la baraja española de 40 cartas.
El valor de las cartas es el mismo que el del tute. Es decir, en todos los palos el orden de las cartas, de mayor a menor, es: as, que vale 11 puntos, tres, 10 puntos, rey, 4 puntos, caballo, 3 puntos, sota, 2 puntos, siete, seis, cinco, cuatro y dos. Estas cinco últimas cartas, que carecen de valor en puntos pero sirven para la formación de las bazas, y por eso pueden servir para ganar puntos, se llaman cartas blancas.
El valor total de las cartas de la baraja es de 120 puntos, 30 por palo. En cualquier palo, una carta de la serie gana a cualquiera de las siguientes y es ganada por cualquiera de las anteriores.
Así, el as gana a todos los naipes del mismo palo y no es ganado por ninguno, mientras que en forma inversa, el dos no gana a ninguna carta del mismo palo y es ganado por todas.
La duración de la partida deben establecerla los jugadores. Para comenzar el juego con dos o tres jugadores, cada uno de ellos tomará una carta. El que ha tomado la más alta, sin importar el palo, elegirá el lugar en la mesa y será el primero que distribuirá las cartas.
Si son tres, los otros dos se colocarán de acuerdo con el valor de las cartas que hayan sacado, de mayor a menor. Si fueran cuatro, formarían dos parejas. Los dos jugadores que han sacado las cartas más altas jugarían contra los otros dos.
En este caso el que tuviera la carta más alta, que sería el primero en distribuir las cartas, elegiría sitio en la mesa. Su compañero se sentará frente a él, a su derecha lo hará el jugador contrario que hubiera sacado la carta mayor, y a la izquierda del dador se sentará el cuarto jugador, que sería el que hubiera sacado la carta menor de las cuatro.
El jugador al que le corresponde dar las cartas baraja el mazo y se lo da a cortar al jugador de su izquierda. Éste no puede tomar ni dejar cuando corta menos de cuatro cartas. Se dan tres cartas a cada jugador, de una en una y de derecha a izquierda.
Luego se da vuelta a la siguiente carta, que se coloca descubierta sobre la mesa, y sobre esta carta se coloca el resto del mazo de cartas sin repartir. La carta que quedó descubierta sirve para indicar el palo de triunfo. En cada partida de brisca hay un palo privilegiado, llamado palo de triunfo, que domina sobre los otros palos.