Todos los gnomos son portadores de energía positiva, pero hay algo grandioso que es la energía universal que tiene influencia y decisión sobre la buscada Suerte. Desde hace mucho en esta página nos dedicamos a reflexionar sobre el fenómeno de la buena suerte y frecuentemente señalamos las posibles razones de que esté más o menos presente en nuestra vida.
Hay circunstancias que no podemos controlar y que, en un momento dado, terminan jugando a favor o en contra nuestra. A ellas nos referimos cuando mencionamos a la suerte.
Por supuesto, la gran mayoría preferimos tener buena suerte. Para provocarla hay quien la busca por el camino de lo mágico, lo esotérico, lo paranormal, pero también, eso que es tan inasible se busca por otros caminos como los que propone la ciencia. Los científicos Richard Wiseman, Matthew Smith y Peter Harris se dedicaron a observar las diferencias psicológicas entre la gente con buena suerte y los que aseguran no tenerla. ¿Cómo era posible que haya algunas personas con tantísima buena suerte y otras sin ninguna?
Podemos nacer con uno u otro sexo, con o sin defectos físicos, con una combinación de genes óptima para aprender rápidamente o con la menos óptima de todas; en un poblado africano en guerra o en el seno de una familia acomodada.
¿Ha pasado por rachas en las que parece que todo sale a pedir de boca y otras en las que haga lo que haga sale mal? Pues bien. Al parecer esto se debe a que, incluso sin darse cuenta, la persona con buena suerte entra en una dinámica que hace que ese estado se mantenga y alcance a buena parte de las áreas de su vida. Según uno de los científicos, la gente afortunada se mueve en torno a cuatro principios para potenciar su buena suerte.
Uno: Maximizan sus oportunidades. La gente con buena suerte hace cosas; busca la suerte. Y, además, lo hace con una actitud relajada, confiada. Aquí se ve una enorme diferencia respecto a quien hace pocas cosas y, encima de todo, las hace presionado y con la angustia de no saber cómo acabarán.
Dos: Siguen sus buenas corazonadas. Sí, la intuición como un elemento de juicio tan válido como la razón. Eso sí, hay que decir que a la gente con buena suerte les funciona mejor la intuición que a los otros. ¿La razón? Que están más relajados, claro. Así están en mejores condiciones para desarrollar su habilidad intuitiva.
Tres: Esperan tener buena suerte. Los afortunados miran hacia el futuro con esperanza y anticipan la felicidad del éxito: Son optimistas. ¡Lo conseguirán! Ellos lo saben. Y esa profética determinación pesa mucho para que su objetivo, efectivamente, llegue a convertirse en una realidad.
Cuatro: Convierten la mala suerte en buena. La gente con buena suerte se vuelve especialista en ver el lado bueno o el menos malo de cualquier adversidad. Pero, no sólo eso, sino que, si hay alguna forma de sacarle provecho, intentan encontrarla.
En cualquier caso, jamás se estancan en la mala suerte. Al contrario, se hacen con el timón y siguen navegando por los mares de la buena fortuna.
La pregunta ahora es: ¿Si una persona aprende a actuar siguiendo esos cuatro principios, podría ser más afortunada?El grupo científico desglosó las técnicas que era necesario aprender para pensar como alguien afortunado y las intentó transmitir a un grupo de gente.
El resultado fue que casi todos ellos experimentaron cambios positivos en su vida, incluyendo un aumento en su buena suerte, en su autoestima, en la confianza en sí mismos y en su éxito en general.
¡Como ven queridos amigos, yo con mis queridos gnomos y por el otro lado, importantes científicos tratamos de encontrar los caminos que nos conduzcan a todos a un vida mejor para llegar a tener las cosas que deseamos, buscamos o soñamos! Aquí algunas manifestaciones para no perder de vista, a fin de mejorar la suerte y ser mejores personas a la vez.