Ya se indicó en otras ocasiones que todos los regalos que además de
ser una hermosa atención que se tiene hacia otra personas implican
además que lo que se han escogido bien aporta paz, felicidad y
tranquilidad, tanto al que ha escogido el regalo como al que lo/la
recibe.
La tradición que pasa de boca en boca insiste en que no deben regalarse pañuelos. ¿Por qué? La respuesta es muy simple. El pañuelo sólo cumple funciones cuando se está resfriado, cuando se llora o cuando se debe quitar el rouge dejado quizá por un beso “non sancto”.
Entonces si se regala un pañuelo se está deseando a la persona que lo recibe que se enferme, que tenga una desgracia o que descubra la infidelidad del ser amado. Antiguamente no se regalaban cuchillos porque al abrir apurado el paquete el obsequiado podía llegar a cortarse. Por lo tanto, no se consideraba de buen gusto un regalo que podía llegar a provocar un accidente. Eso dio origen a la superstición que se completaba con tener que adjuntar una moneda para cortar la mala racha, pero no era así en los lejanos tiempos ya que se adjuntaba una moneda para poder pagar los gastos médicos del accidentado.
La tradición hizo extensivo este hábito al regalar tijeras o todo instrumento que tenga filo y corte, rompa o destroce... lo que sucede que cuchillos, tijeras y cortaplumas también cortan y destrozan amistades. No es nada aconsejable regalar todo lo que esté hecho de hueso de animales por más hermoso o bonito que pueda lucir. Todo lo que provenga de huesos, así como caracoles, almejas y conchas marinas no acarrea nada positivo. Si observa bien verá que cuando se ha recibido una regalo de esa clase, al poco tiempo surgen desgracias, pequeñas o grandes, como molestias orgánicas, enfermedades y hasta muertes. Lo mismo sucede cuando se habla de regalos de cráneos de vaca que suelen adornar las casas de campo y las quintas de fines de semana.