Ese día, casi como al descuido, una dama patricia, Julia Sundblad de Beccar Varela se "llevó" sin querer la capa de la reina Sofía en medio de un agasajo. "No me di cuenta. La tomé estando distraída", sostuvo la mujer a modo de argumento.
Lo cierto es que hasta la Corte Suprema de Justicia tomó intervención en el robo a la esposa de su Majestad tras la protesta de rigor por parte del gobierno de España.
En el país europeo no era bien vista la visita real a suelo argentino. Los medios opositores consideraban que durante la estadía (que se extendió desde el 26 y el 30 de noviembre) representaría un aval a la dictadura argentina. El Diario 16 responsabilizó a la Casa Real de hacer olvidar que Videla era un "auténtico depredador de las libertades humanas" y que había instalado a la Argentina en el contexto de los países que habían implementado el terror.
En medio de estas expresiones, el Rey también intentaba dejar en claro su rechazo a la dictadura. No quería el "abrazo de oso" que le habían tributado otros mandatarios sudamericanos y prefería el frío apretón de manos como una forma de expresar distancia.
A pesar de estas cuestiones, los reyes fueron agasajados en la Casa Rosada, en la Quinta Presidencial de Olivos y en el Concejo Deliberante. Realizaron recorridas por centros asistenciales pertenecientes a la colectividad española en el país y aceptaron reuniones con lo más selecto de la sociedad de la Argentina.
Fue en una de esas reuniones donde Sundblad de Beccar Varela se alzó con la prenda real del guardarropas donde había sido depositada. La protesta del gobierno español acarreó la vergüenza de los integrantes de la dictadura, quienes movieron cielo y tierra para dar con la capa. Horas después, la esposa del funcionario de la dictadura, reconoció su "distracción", convirtiéndose en una nueva "argentinada".