Alimentos tan simples como las manzanas y naranjas resultan esenciales
para el organismo, sobre todo en épocas estivales. La manzana es un
alimento natural y refrescante y por sus características aporta
numerosos beneficios. En tanto que la naranja es una de las frutas que
más se consumen en el mundo, su tamaño oscila entre 150 y 200 gramos, y
es el estimado para una ración de fruta.
Es conveniente conocer los nutrientes y la energía que aportan al organismo para incluir estas frutas en la dieta diaria, sobre todo para quienes siguen una dieta para bajar de peso.
Cada 100 gramos de manzana se consumen 60 calorías, 0,3 gramos de proteínas, 13,9 gramos de hidratos de carbono y 0,4 gramos de lípidos, de los cuales sólo 8 miligramos son de colesterol. Además, es rica en minerales como el calcio, que favorece los huesos; el fósforo, que vigoriza la memoria y el cerebro; el hierro, que incrementa los glóbulos rojos; sodio, cobre y potasio. También posee vitaminas A, B1, B2, B3 y C.
Entre los beneficios que aporta el consumo de manzanas se le reconoce un efecto positivo en los bebedores y fumadores porque ejerce un efecto desinfectante en la boca y protege a la garganta de enfermedades. Su jugo semiácido encierra un poder altamente oxidante, purifica la sangre, favorece la acción digestiva y protege las paredes del intestino. Además, son desintoxicantes, diuréticas y alcalinizan el organismo. Su riqueza en sustancias minerales facilita una buena composición de los tejidos e influye sobre la vista, el desarrollo de la dentadura y preserva la salud en general.
Numerosos profesionales le reconocen propiedades terapéuticas como laxante y para las inflamaciones del aparato respiratorio. Por su contenido de ácido fosfórico, su consumo antes de acostarse facilita las funciones del hígado y los riñones permitiendo un sueño reparador.
Entre las principales virtudes terapéuticas de las manzanas, se destaca que actúa como disolvente y eliminador del ácido úrico. Por su contenido de agua y potasio, facilita la eliminación de la urea y el buen funcionamiento renal.
Las manzanas contribuyen a calmar el hambre y dan sensación de saciedad, por lo que resultan ideales para reemplazar los excesos de proteínas y materias grasas que inducen a la obesidad. Además, es un alimento que prácticamente no contiene colesterol.
La ingesta de una manzana en ayunas favorece el buen funcionamiento intestinal por su contenido de celulosa, que actúa como laxante. Además, al ser un alimento de fácil digestión resulta ideal para las personas que tienen problemas de hígado.
En cuanto a las naranjas, también son una de las frutas de mayor consumo. Su tamaño -entre 150 y 200 gramos- es el de una ración de fruta y su cáscara evita que la pulpa se estropee. Además, no es necesario un cuchillo para retirar la cáscara, lo que hace que sea más cómodo comerla en cualquier momento y lugar. Su elevado contenido en vitamina C, flavonoides y betacaroteno hacen que esta fruta resulte especialmente interesante para la salud cardiovascular, ya que por su efecto antioxidante de sus nutrientes impide que el “colesterol malo” o LDL se acumule en los vasos sanguíneos. Para los casos de anemia ferropénica, es muy recomendable el consumo de esta fruta. Algunos especialistas aconsejan ingerirla junto con alimentos ricos en hierro o suplementos de este mineral, porque aumenta notablemente la absorción del hierro del organismo y los medicamentos hacen efecto antes.
La naranja aporta una cantidad significativa de fibra soluble. En caso de elaborar un sumo, conviene añadir la pulpa para evitar la pérdida de esta sustancia. El tipo de fibra que posee favorece el tránsito intestinal, disminuye la absorción de grasa y colesterol, mejora la glucemia, es decir los niveles de azúcar en sangre, y también posee un efecto saciante. La naranja posee además un elevado contenido en agua, por lo que su valor energético es escaso. En su composición, además de su conocido contenido en vitamina C, también abundan otros nutrientes como el ácido fólico, el potasio y el magnesio. Una naranja mediana o un vaso de jugo cubren el 100% de las recomendaciones diarias de vitamina C, que es de 60 mg. para una persona adulta.
Los alimentos más simples son los más sanos, siempre. 4 a 6 unidades de nueces se pueden consumir a diario por su aporte de ácido alfa-linolénico, y los fitosteroles que contienen y que ayudarían a reducir el colesterol. Los berries son uno de los alimentos con más alto contenido de antioxidantes, vitamina C, potasio y fibra. Se destacan además por sus cualidades hipocalóricas, nutritivas y medicinales. Por más energía
Los higos y las brevas son muy ricos en hidratos de carbono, que el organismo transforma en glucosa. Por eso son frutas recomendables especialmente para quienes necesiten un aporte extra de energía. ¿Cómo consumirlas para sacarles el jugo?
Para consumir manzanas y naranjas es conveniente tener en cuenta que la naranja contiene cantidades apreciables de betacaroteno, responsable de su color característico, y de ácido cítrico, que potencia la acción de la vitamina C. La cantidad de fibra es apreciable y ésta se encuentra sobre todo en la parte blanca entre la pulpa y la corteza, y habitualmente se desecha antes de comerla. Lo ideal es pelarla, dejando la parte blanca entre la cáscara y la pulpa.
Las manzanas conviene consumirlas en el punto justo de maduración, es decir cuando en su piel se alternan las tonalidades rojas y verdes, y al cortarlas desprenden un jugo agridulce. Las manzanas verdes irritan el intestino de la misma forma que un purgante. En cambio si está demasiado madura, al perder su proporción de celulosa y pectina, causa el efecto contrario.
Las manzanas se consiguen fácilmente durante todas las épocas del año, por eso es muy beneficioso adoptar el hábito de ingerirlas regularmente, en beneficio de la salud.
Se pueden consumir de diversas formas: cruda, cocida, en mermeladas, gelatinas o jugos y bebidas de diversos tipos.
Las naranjas, además de comerlas frescas, en gajos o en rodajas y en jugo, permiten muchas otras presentaciones en la cocina.
El jugo natural si se mezcla con agua o soda se convierte en una auténtica naranjada, y si se congela puede ser el sustituto perfecto de los helados durante el verano.
También la naranja puede ser un ingrediente más para las tartas, bizcochos, batidos, helados, ensaladas y salsas, como por ejemplo salsa agridulce. Incluso, con las naranjas amargas se pueden elaborar mermeladas caseras.