A veces inocentes, y otras con premeditación, decir mentiras en los niños es casi una forma de comunicarse. Claro, depende de la edad. Cuándo distinguir una reacción o travesura de un acto más complejo. Aquí, algunas respuestas para cada circunstancia, buscando una mejor comunicación y las mejores consecuencias a futuro.

Es normal en el desarrollo de los niños, pasar por una etapa en la que mientan o invente historias de vez en cuando. Los niños menores de 7 años tienen la disposición a confundir la realidad con la fantasía; gracias a eso, sus juegos parecen tan reales. Durante esta etapa del desarrollo, los niños están aprendiendo a usar el lenguaje para imaginar, controlar y negar. Están indagando sus recién adquiridas habilidades lingüísticas y comprobando cuál es el impacto de sus palabras en otras personas. A esta edad, cuando un niño se acerca a nosotros y nos dice 'Por favor límpiame la cara que me quedó llena de neblina galáctica", no debemos preocuparnos, por el contrario, nos está invitando a participar de su fantasía, lejos de querer engañarnos.

Otra tipo de mentiras son las que suelen aparecer alrededor de los seis años. En esta etapa aparecen las mentiras que tienden a beneficiar a otro para no herir sus sentimientos, evitar castigos, verse mejor ante los demás, conseguir "salirse con la suya" o, simplemente, por diversión. Los especialistas y algunos estudios sugieren que los niños con mayores habilidades cognitivas suelen mentir más y la explicación se basa en que la mentira requiere, en principio, tener en mente la verdad para luego manejarla. Entonces, mentir con éxito implica mayor capacidad y facilidad para el pensamiento y el razonamiento. Sin embargo, es importante educar a los niños para que valoren la honestidad y evitar que la mentira se convierta en un recurso frecuente.

A partir de los 7 años, aproximadamente, el niño empieza a tener mayor conciencia de su realidad y se da cuenta que a veces falseando la verdad puede conseguir algunos beneficios. Por imitación a sus padres, si ellos observan y viven la mentira de manera cotidiana, aprenden a hacerlo como algo normal; por miedo, suele ser la causa más común de la mentira en los niños, quienes por temor a la desaprobación o al castigo familiar, se ven llevados a engañar.

Qué hacer:

Preguntarse si el niño es lo suficientemente mayor como para comprender que mentir es malo.

-Considerar por qué está mintiendo: para evitar problemas, para quedar bien ante los demás, entre otras razones. Lo mejor es enseñarle el valor de la verdad y la confianza. Reaccionar con calma aunque con firmeza.

Motivar y felicitar al niño que dice la verdad, enseñarle que debe compartir información con usted pero sin mentir, aunque lo que tenga que comunicar sea negativo. Esto le permitirá desarrollar su sentido de independencia y tomar decisiones por sí mismo.

Felicitar al niño que confiesa la verdad. Si lo castigamos a pesar de su acto, estamos reforzando su hábito de mentir y corremos el riesgo de que la próxima vez lo hará con cuidado para no ser descubierto.

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