Existen categorías que prefieren mantener las formatos tradicionales mientras que otras buscan nuevos caminos y propuestas innovadoras
En los tiempos que se viven, vertiginosos, interconectados, 3G; si hablamos de automovilismo ante la creciente variedad de opciones que exceden a los deportes tradicionales, que se han ido desparramando para atraer al público, ¿sigue siendo suficiente ofrecer “sólo” carreras de autos en los espectáculos habituales a lo largo y ancho del país?.
La instancia ha quedado planteada hace bastante, y existen puede decirse, dos corrientes. La ortodoxa, atada férreamente a la tradición y a los gustos que se supone, traspasan generaciones. La otra, la que intenta descubrir nuevos caminos y formas de hacer carreras de autos. En la primera se enrrola el Turismo Carretera, la categoría más popular e importante de La Argentina, y puede incluirse al Turismo Nacional. En la siguiente, se anotan el TC2000 o Súper TC2000 como pasó a llamarse erróneamente al adoptarse los motores V8 tan potentes, el Top Race y el Rally Argentino conducido por Jorge Pérez Companc, el hijo del hombre más rico del país, a la cabeza del grupo que conduce a la categoría.
Debería entenderse al automovilismo-espectáculo, como parte de una evolución que hace al siglo XXI, de un crecimiento como se nota en el terreno técnico y profesional que, no marcha en sintonía con otros factores como el estado de los autódromos y la riqueza y valor de las programaciones ofrecidas.
Todo conduce a pensar que en el TC, en especial su presidente Oscar Aventin, la receta actual que ofrece un esquema archi conocido con entrenamientos, clasificaciones, series y finales y nada mas, basta y sobra apoyado en el carisma que ostenta la categoría.
Otra “película” pretenden escribir Pablo Peón con el Súper TC2000, Alejandro Urtubey con su maltrecho (económicamente) Top Race o los muchachos del Rally con Pérez Companc conducción. Peón aún con pasos en falso y contradicciones, ha ido pensando en formatos novedosos para “su” categoría. Así aparecieron en 2004 los 200 Kms de Buenos Aires con pilotos extranjeros invitados, la exhibición de un Fórmula 1; luego el retorno luego de muchos años a Santa Fe capital, para correr en el callejero que después también se trasladó al sábado a la noche y más recientemente, a principios de 2012, la excursión a Punta del Este, la multitudinaria carrera en las mismísimas calles de Buenos Aires, un proyecto que debió atravesar muchos obstáculos hasta cristalizarse. Por el lado del Top Race, apostó a la Carrera del Año cada septiembre en Buenos Aires con invitados, un gran show que la rodeó y la presencia de los camiones de Brasil (congregan a mucha gente en el país hermano) que deparan gran interés, y ha agregado el esquema de dividisión del calendario en cuatro etapas: Otoño, Invierno, Primavera, Verano.
Figura también en la agenda de Peón, llevar al Súper TC2000 al Estadio Unico de La Plata, en 2013 a modo de exhibición sería; para eso viajó hace poco a Munich, Alemania, donde el DTM, la categoría de autos de Turismo más importante del mundo, disputó una fecha en el estadio olímpico; y también que el Súper TC2000 corra en otro callejero en marcha en Catamarca en la zona del predio ferial. En la agenda de Turismo Carretera en cambio, escasas novedades “distintas”; pretendió ser un espectáculo más integral la carrera por los 75 años de la categoría en Buenos Aires hace poco, pero se quedó a mitad de camino; y figuró antes una movida distinta, la carrera en el circuito costero en Mar del Plata, en la zona de Punta Mogotes, sin embargo, finalmente diluída.
No hay dudas acerca de la necesidad de dotar a las carreras de autos de mayores condimentos, por sobre los que derivan de las carreras en sí mismas. Desde ya, no resulta sencillo, no basta con la imaginación, están de por medio las decisiones e intereses de los que manejan este millonario, deporte-negocio.