Sobre sus primeros años en el barrio, recordó: "Yo vivía en Brandsen 1737. Era una casa medio chorizo, donde había habitaciones que se alquilaban. Ahí vivíamos con mi mamá, mi papá y mis cinco hermanos. Estábamos en una habitación. Como habitación era grandísima, pero como éramos tantos, estábamos todos ajustados. Un sofá del que se sacaba una cama de abajo, la cama marinera, una arriba de la otra, la televisión arriba, colgada. Cruzando un pasillito estaba la cocina. Era todo con mucha humildad".
Y agregó: "Mi papá era capitán de barco y estuvo mucho tiempo haciendo puerto en Corrientes para ir a Brasil y Paraguay. Por eso con mi hermano mellizo nacimos en Corrientes. Allí estuvo cinco años. Pero mis otros tres hermanos nacieron acá, en el Hospital Argerich".
Y siguió: "En la primaria fui al Colegio Arzobispo Espinosa, en Pinzón y Montes de Oca. Después me pasé al República de Bolivia que era doble escolaridad y comíamos ahí. Yo me movía solo por el barrio. Me acuerdo de todos los negocios, de la gente. Uno de mis hermanos trabajaba en la Confitería Real, en Brandsen y Montes de Oca, las mejores facturas y masas de la zona. A la noche nos traía algunos sanguchitos. Después estaba el gallego del almacén de la esquina que estaba en General Hornos y Brandsen, justo frente a la Plaza Virrey Vértiz. Ahí empecé a patear yo. A veces jugaba solo pateando la pelota por debajo de los bancos, entre los árboles y las palmeras. Ahora pasa la autopista por arriba. Era hermoso. Fue mi único potrero. Nos juntábamos a la una de la tarde y terminábamos al atardecer. Nos jugábamos como cuatro o cinco partidos seguidos".
"Estoy siempre en el barrio", aseguró Márcico, quien además con pasión acotó: "Sigo en Barracas, como mi mamá y mis hermanos. Cuando volví de Francia a Boca me tuve que ir a vivir a Belgrano porque mis hijos iban a estudiar al Liceo Francés, pero me iba todos los días después del entrenamiento a comer a la casa de mi mamá en Barracas, jaja. O en lo de mis hermanos. Me gustaba y me gusta mucho ir a la pizzería Los Campeones, ahí sobre Montes de Oca".
En tanto, sobre su idilio con el Xeneize, comentó: "Yo era socio de Boca desde pibe. En las vacaciones de verano pasaba todo el día en Boca: diciembre, enero y febrero. Siempre en la pileta de Boca. Más o menos desde los 11 a los 19 años míos. Me acuerdo de tirarme de los trampolines, que hasta el día de hoy están, el de 3, el de 5 y el de 10 metros".
Luego, sin hacer inferiores, llegó a Primera. Y fue campeón con Ferro, emigró a Francia, jugó en la Selección y volvió al país, a su amor azul y oro. "Llegar a Boca -dijo el Beto Márcico- fue cumplir el sueño de mi vida. Antes de irme de Francia, el Presidente del Toulouse vino con un papel en blanco y me dijo: 'Anotá los años que quieras como jugador, técnico, manager, lo que quieras, pero por favor no te vayas. Casi me matan, yo me quería ir, mi sueño era jugar en Boca. Siempre fui hincha y socio del club". Luego terminó su carrera en Gimnasia donde también lo adoran. Hoy, a Alberto José Márcico lo podemos encontrar, como en esta oportunidad, por las calles de Barracas. ¿Adónde si no?nbsp;