Diseñado en 1989 fue aprobado por la Legislatura hace sólo seis años y sintetiza la fuerte historia que tiene el barrio y su aporte al desarrollo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El escudo del barrio de Barracas, diseñado por el historiador Enrique Puccia y presentado ante la Municipalidad de Buenos Aires en 1989, es una conjunción de cuatro secuencias de una parte de la ciudad que está presente desde el momento de su fundación, ocurrida en 1936.

El 8 de agosto de 1989, el por entonces intendente de la ciudad, Carlos Grosso, elevó un proyecto de ley a la Dirección General de Sistemas de Participación e Instituciones Intermedias en la que proponía “el auspicio y organización de Jornadas Barriales, con el propósito de incentivar la participación de los ciudadanos y las Instituciones Intermedias de cada barrio en la búsqueda de un emblema que los identifique”.

En aquella oportunidad, se señalaba en el documento que “en la actualidad no existen emblemas reconocidos y oficializados que identifiquen a cada uno de los 46 barrios de la Capital Federal” al tiempo que se alentaba “la máxima y libre participación de todas las fuerzas vivas barriales y la conjunción de las Instituciones Intermedias entre sí” para su creación, basando esta búsqueda “en pautas históricas, culturales, étnicas, geográficas y deportivas”.

Sin embargo, el proyecto quedó en la nada y los sucesivos gobiernos poco y nada hicieron por revivirlo. Recién en el año 2011, el Gobierno de la Ciudad ratificó los “48 emblemas de los barrios porteños”. En ese año se completa la creación de los emblemas y se ratifican por parte de la Secretaría de Inclusión y DDHH de la Ciudad.

Del puerto al barrio

Según Graciela Puccia, hija del creador del escudo, el historiador Enrique Puccia, cada una de las cuatro secuencias significa un punto esencial del barrio de Barracas. Sin embargo, antes de hacer hincapié en las mismas, ella destacó un detalle que no debe pasar por alto.

“Las secuencias están adornadas por el típico fileteado porteño, que está hecho por uno de los más grandes exponentes de este arte en la ciudad: Luis Zorzi. A él le debemos los fileteados del Café Tortoni, la esquina de Homero Manzi y cientos de lugares más”, le contó a El Porteño del Sur.

El barco y el cuarteador

La primera de estas viñetas muestra un barco amarrado en el puerto y es precisamente éste uno de los aspectos que caracterizan a Barracas. “¿Por qué esta zona que era tan inhóspita tuvo su gran apogeo? Porque La Boca y Barracas tuvieron los primeros puertos de Buenos Aires. En el Riachuelo, inclusive, Pedro de Mendoza llegó a guarecer sus naves cuando llegó a fundar la Ciudad”, explica la presidenta del archivo histórico barrial, que agrega que con el tiempo se fueron agregando a ese paisaje las barracas, que son los lugares en los que se almacenaban los cueros, y los mataderos y saladeros que se fueron instalando a la vera del Riachuelo y que ya en el siglo XVIII provocaban las quejas de los vecinos con la contaminación que producían.

El segundo lugar lo ocupa un personaje emblemático de Barracas: el cuarteador. “Era el jinete que con las cuartas, lazos de cuero trenzado, ayudaba a subir cargas por la barraca de Montes de Oca. Los cuarteadores cargaban las chatas o carros a orillas del Riachuelo y hasta no llegar arriba no paraban”. Graciela explica que inclusive hay canciones que hacen referencia a estos trabajadores, como “El Cuarteador” de Enrique Cadícamo.

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