Cuando los biólogos marinos lo vieron en la red de pesca inmediatamente supieron que estaban frente a un animal poco común. Tenía características que no se parecían a nada que hubieran visto antes: una cabeza redonda y una larga hilera de 300 dientes delgados y afilados, propios de un depredador peligroso.
Poco tardarían en comprobar que estaban frente a un Chlamydoselachus anguineus o, como vulgarmente se le denomina, un tiburón anguila, una especie prehistórica poco conocida. El tiburón toro, la extraordinaria especie capaz de habitar en aguas dulces y saladas (y está en América).
El animal fue capturado en aguas cercanas al Algarve, la zona más meridional de Portugal. Aunque se le considera como un “fósil viviente”, el tiburón anguila es una especie que se encuentra bastante distribuida geográficamente: desde Angola hasta Chile, de Guyana a Nueva Zelanda, de España a Japón.
Sin embargo, poco se conoce sobre sus hábitos de vida así como el tamaño de su población. En parte eso se debe a que vive usualmente a grandes profundidades, lo que hace difícil verlo y hacerle seguimiento.