Aprendió a no escuchar a los que le piden que sea más condescendiente y su figura sigue creciendo. Reconoce que busca quebrantar al participante “a nivel de su conocimiento culinario” para que entienda lo que debe cambiar.

Christophe Krywonis es el jurado más temido de "MasterChef" -Telefé-, el que se planta con su personalidad arrolladora frente a los participantes para darles su devolución rigurosa y exigente. Pero también el que encuentra el momento justo para aflojar las tensiones mediante alguna salida extravagante con acento francés.

Christophe nació en Blois, Francia, pero sus abuelos eran polacos y yugoslavos. Hace más de 25 años que vive en Argentina. Aquí llegó de visita, por invitación de un amigo, sin saber que terminaría quedándose hasta el día de hoy.

Muchos lo conocen a partir del reality show de cocina que conduce Mariano Peluffo. De la primera edición del concurso, hubo dos momentos clave que lo tuvieron como protagonista: cuando engulló un trozo de carne cruda ante la mirada atónita de los concursantes, y cuando dijo "hambrientos" en lugar de "hambrientos" en una prueba de cocina.

Otros ya lo conocían de "Chez Christophe", el programa de cocina francesa que tuvo en elgourmet.com. Pero pocos saben de la extensa trayectoria de este cocinero que ha recorrido un largo camino en la gastronomía, ámbito donde es muy reconocido. En la profesión se inició en su ciudad natal a los 15 años. En París, tuvo la oportunidad de trabajar en varios restaurantes. Pero fue Argentina el país que lo sedujo definitivamente para darle vuelo a su talento.

Fue dueño de Christophe, uno de los primeros restaurantes de estilo bistró de Palermo Hollywood. Fue también cocinero del Embajador de los Estados Unidos en la Argentina y gerente de producción general del Parque de la Costa, entre otras cosas. Hoy combina su trabajo en televisión con caterings, asesoría gastronómica, clases especiales y consultoría, no sólo en nuestro país sino en otros países de América Latina.

l ¿Cómo fue tu experiencia el año pasado en "MasterChef"?

-Fue sudor y lágrimas para todos. Y este año es sudor y lágrimas para todos de nuevo porque la exigencia del éxito de la primera etapa hace que tengas que estar muy atento a no repetir, sino a crecer y a ofrecer una nueva imagen del programa. Del año pasado aprendí un montón de cosas.

l ¿Por ejemplo?

-Primero, a no hacerle caso a los demás. Porque muchas veces la gente te dice: "Sé más simpático o sé más condescendiente". Pensaba que era una cuestión de parecer un mal tipo y no era un mal tipo, era muy exigente. Entonces aprendí a no cambiar la esencia y a mantener la honestidad. Es un aprendizaje muy importante porque la fama te puede nublar de alguna manera, cosa que no me pasó por suerte.

l ¿Y cómo hiciste para que no te pase?

-Voy a terapia todas las semanas. Y además tengo una cosa muy valiosa y es que mis amigos se ocupan siempre de bajarme a tierra si llego a creérmela un poquito. Pero también por mi historia personal. Yo no me olvido de donde vengo, soy de esas personas que, como suele decirse, salieron del fango para llegar adonde están, y eso es un aprendizaje muy fuerte y muy duro que no te puedes permitir olvidar. Sería como cometer el mayor de los pecados olvidarse de eso. Entonces valoro lo que tengo y valoro lo que me pasó, porque gracias a eso aprendí a ser lo que soy hoy como jurado de "MasterChef".

l ¿Cuáles fueron las mayores satisfacciones que te dio el programa?

-Me ha pasado de familias o grupos de secretarias que me decían que se dedicaban a hacer concursos de "MasterChef". También me encontré con seminaristas que en sus escuelas religiosas le pidieran al cura poder mirar una hora por semana la televisión para ver nuestro programa. He vivido situaciones muy agradables y únicas. Me han criticado mucho pero me quedo con lo más lindo, con el cariño de la gente.

l ¿La frase "perro que ladra no muerde" definiría un poco tu personalidad en el programa?

-Totalmente, es más miedo que otra cosa. Igual, soy de morder si realmente me buscan, pero no en este caso que son participantes y yo soy un jurado muy exigente. Pero después de eso, soy una persona normal.

l ¿Sos muy exigente en la vida?

-Sí, siempre y en todos los aspectos. También soy muy exigente como papá y como abuelo -tiene dos hijas y dos nietos-.

l ¿Qué vuelta de tuerca quisiste darle a tu personaje este año?

-Marcar exigencia pero también sumar algunos pasos casi chistosos, que voy a hacer en "MasterChef Junior" -la versión infantil del reality-, y siempre mantener la frente en alto con mis decisiones, asumir un rol a veces duro, que puede sonar como el malvado, pero no es así. Lo mío es la exigencia, la idea es quebrantar a una persona a nivel, no emocional, sino a nivel de conocimiento culinario, y si su personalidad lo frena en su crecimiento, voy a ir a tocarlo en lo más profundo para que esta persona entienda lo que tiene que cambiar para ser mejor cocinero.

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