La Cámara de Diputados convirtió en Ley el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030, la cual establece los desafíos que deberán abordarse en los próximos años.

El pasado 11 de octubre la Cámara de Diputados convirtió en Ley el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030, que establece 10 desafíos estratégicos que deberán abordarse, los cuales van desde erradicar la pobreza y reducir la desigualdad y la vulnerabilidad socioambiental hasta promover el desarrollo de la industria informática y de las tecnologías de la información para la innovación productiva y la inclusión digital, entre otros.

"Se trata de un plan muy amplio con 10 desafíos abordables desde el punto de vista multidisciplinario; uno podría armar equipos de muchas disciplinas o un equipo de una sola disciplina que va a atacar un pedacito de esos desafíos y eso sólo ya daría lugar a montones de temas de investigación", indicó el físico e investigador de Conicet Jorge Aliaga.

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Jorge Aliaga, físico e investigador de Conicet.

Jorge Aliaga, físico e investigador de Conicet.

"Pero, además -continuó- están las agendas territoriales con intereses estratégicos de cada región, entonces no hay un listado de temas obvios porque justamente hay una diversidad enorme relacionada a los desafíos y las agendas territoriales".

Para Aliaga, quien fue decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Buenos Aires y tiene una vasta experiencia en gestión, "la fortaleza que tiene el plan 2030 es que fue construido en consulta con todo tipo de sectores no sólo con las sociedades científicas, sino también con los sectores empresariales y sindicales, entre otros; entonces quizás se puede criticar que hubiera estado bueno que tenga metas más concretas o indicadores de éxito, pero los temas fueron generados por consensos y eso es una enorme fortaleza".

Convencido de que el plan de ciencia y técnica debe ser "un elemento imprescindible para hacer realidad el modelo de desarrollo" que establezca un país, Aliaga remarcó que "esto no implica que sólo se deba investigar lo que demande el mercado".

"La historia está llena de ejemplos de investigaciones que en un momento parecían ser absolutamente abstractas, básicas y alejadas de la realidad y tiempo después tenían una salida en la aplicación práctica que dio enorme cantidad de posibilidades de negocios", sostuvo.

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Guillermo Folguera es biólogo y filósofo, y miembro del Grupo de Investigación de Filosofía de la Biología (UBA-Conicet) y su trayectoria académica está muy ligada a las comunidades que sufren los efectos de lo que él denomina el modelo "productivo-extractivista".

Desde este lugar identificó que el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030 tiene "al menos cinco aristas que son importantes marcar y problematizar, tanto para hacer diagnóstico como para pensar alternativas".

"Lo primero es que hay poca comprensión respecto a la enorme diversidad de disciplinas y esta exclusión no sólo contempla a las ciencias humanas prácticamente en su totalidad, sino también a importantes líneas dentro de las ciencias naturales que no están dirigidas a estas fases productivas-extractivas, como, por ejemplo, las interacciones entre especies; es decir todas las investigaciones que rescatan a la ciencia en su valor cultural propiamente, más allá de si genera o no divisas", sostuvo.

En segundo lugar, el investigador se preguntó "hasta qué punto realmente los objetivos están contemplando como prioridad la situación de tener a la mitad de la población bajo la línea de pobreza y una situación de destrucción ambiental inédita".

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Guillermo Folguera es biólogo y filósofo y miembro del Grupo de Investigación de Filosofía de la Biología (UBA-Conicet).

Guillermo Folguera es biólogo y filósofo y miembro del Grupo de Investigación de Filosofía de la Biología (UBA-Conicet).

"En tercer lugar, y en línea con lo anterior, -continuó- es por qué se insiste con formas de producción extractiva cuando, por ejemplo, tenemos 25 años de utilización de cultivos transgénicos uno podría preguntarse si ha generado mayor justicia social y ambiental o más bien generó situaciones de concentración de propiedad y uso de la tierra; desmonte asociado, contaminación química, apropiación de semillas, expulsión de comunidades a los cordones de pobreza urbano, etc.".

El cuarto y quinto punto que marca Folguera se vinculan a la relación entre lo público y lo privado: "Como personas que hacemos ciencia tenemos distintos actores para vincularnos; una cosa es hacerlo con multinacionales y grandes corporaciones otra es con pequeñas pymes, que quizás es un vínculo sobre el que habría que trabajar más; y por último está el trabajo con las comunidades, con escucharlas realmente, y se limita a la voluntad de algún investigador más que a una política científica general", dijo.

"Por último, y vinculado con lo anterior, en gran parte de estos abordajes no queda claro qué es lo público y qué lo privado; qué es el cuidado de lo común y qué es enriquecimiento de un sector de la sociedad; que rol van a cumplir las políticas públicas; creo que falta dar en la comunidad científica una discusión frontal sobre esto y no seguir reproduciendo por inercia experiencias como por ejemplo con los transgénicos donde ya podríamos hacer un balance con la experiencia vivida", concluyó.

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