Hace pocas semanas, China sorprendió a la comunidad científica y al mundo en general, informando que una de sus espacionaves automáticas, mientras recorría la Luna haciendo diversas investigaciones, halló una enorme reserva de agua que contiene unos 270.000 millones de toneladas de "H2O en cristales"
La información coincide con lo determinado por otras misiones realizadas en años anteriores que confirman la presencia de agua en la superficie de nuestro satélite natural, advirtiendo que se trata de cantidades tales que deben expresase en toneladas, no líquidas sino en forma de hielo, situadas, por sobre todo, en aquellas zonas de sombra perpetua, donde nunca llegan los rayos solares.
De acuerdo a estas nuevas comprobaciones se ha estimado que, en la Luna, habría unas 270.000 millones de toneladas de "agua en cristales", una cantidad descomunal en comparación con otras estimaciones realizadas en el pasado.
Obviamente esto abre nuevas perspectivas en lo que hace a la instalación de bases permanentes en la superficie selenita que serán habitadas por humanos. Idea que se encuentra siendo desarrollada por varias empresas privadas de astronáutica; entre ellas Space X, de Elon Musk.
No son proyectos para concretar en un futuro lejano. La idea de enviar misiones tripuladas a la Luna está pensada para estos dos o tres años venideros y, luego, ya instalar en forma definitiva algo así como “pequeñas ciudades” habitadas por humanos que pasarían largos períodos a efectos de realizar estudios e investigaciones que habrán de facilitar el envío de misiones tripuladas a Marte y más allá, en el Sistema Solar. Algunos satélites de Júpiter también están en la mira de estos proyectos.
Lo interesante es recordar que la determinación de la presencia de agua en la Luna no es algo nuevo. Aunque, “misteriosamente” –permítasenos la ironía– pareciera que tales descubrimientos han quedado en el olvido. Tanto es así que instrumentos de las misiones Apolo 12 (14 al 24 de noviembre de 1969) y Apolo 14 (31 de enero al 9 de feb de 1971) ya habían captado la existencia de masas de vapor escapando por los intersticios de algunas grietas.
Efectivamente, fue en 1971 cuando el doctor John W. Freeman, científico de la Universidad Rice informó haber descubierto “nubes de agua” escapando en forma de “géiseres” (tales como los chorros surgentes e intermitentes de vapor y agua de origen volcánico que hay en la Tierra) por grietas de la superficie lunar. Fue aquella la primera vez que se mencionó el descubrimiento de agua en la Luna, pues hasta ese momento los astrónomos la consideraban una esfera yerma y árida, habida cuenta de la inexistencia de atmósfera alguna.
De acuerdo a lo difundido hace ya medio siglo, el vapor agua fue captado por dos instrumentos denominados “detectores supratermales” dejados en la Luna por los astronautas de las misiones Apolo 12 y 14. De acuerdo a lo informado el fenómeno duro 14 horas. El 99 por ciento de la nube estaba formado por agua y se extendía por una superficie de 25 kilómetros cuadrados, al borde oriental del sitio llamado Mar de las Tormentas.
“Esto indica hay posibilidad de agua líquida en el subsuelo lunar” señaló entonces Freeman. Para agregar: “En mi opinión, esto representa un beneficio potencial y podríamos aprovechar esta fuente de calor, energía y agua si llegara el día en que el Congreso y la NASA (Dirección Nacional de Aeronáutica y el Espacio) estimen adecuado establecer en la Luna una base permanente.”
Freeman no era un improvisado, sino profesor adjunto de la Facultad de Ciencias del Espacio de la Universidad Rice (universidad privada situada en Houston, Texas, Estados Unidos) y, luego, catedrático emérito y profesor de investigación de Física y Astronomía.) En compañía de su colaborador, el profesor H. Kent Hills, ofreció entonces una conferencia de prensa para explicar el fenómeno. Señaló que el géiser que dejó escapar el vapor coincidió con una serie de pequeños temblores captados por los instrumentos de sismología dejados en la Luna por los astronautas de la misión Apolo. “Los llamamos géiseres –dijo Freeman– aunque no se asemejan a los de la Tierra…como el tan conocido Old Faithful, que se encuentra en Arizona.”
El doctor H. Kent Hills, que coopera en las investigaciones del experto, señaló que sus instrumentos demostraron que el vapor observado contenía 99 por ciento de agua; pero que el vapor era tan difuso que no se habría recogido un litro de agua siquiera al convertirla del estado gaseoso al líquido. “…Pero es solo de la pequeña parte de vapor que vimos”, dijo Hills. “Como no sabemos qué fracción estábamos mirando, no es posible decidir cuánta agua había en total.”
“Al dar a conocer mi investigación a un destacado selenólogo, este declaró que si yo había visto vapor de agua debería decirlo sin importarme los demás”, manifestó Freeman quien, con esta frase, pareció querer manifestar que había reticencia a difundir el sorprendente hallazgo.
“Si alguien desciende en el Sahara al llegar por primera vez a la Tierra, también tendrían serias dificultades antes de encontrar agua”, añadió Freeman. “Eso no significa que en la Tierra no hay agua. No hay géiseres en el Sahara, pero los hay en el planeta”.
Agregó no haber podido establecer exactamente el sitio en que estaban los “geiseres”, porque contaron sólo con dos puntos de referencia: los instrumentos de la Apolo-12 y las 14; en tanto que para fijar un punto se necesitan tres.
Manifestó, sin embargo, que espera encontrar otro “geiser” ahora que los instrumentos de la Apolo –15 están emplazados en la Luna-, y que con ello podrá descubrir el sitio exacto. Demás está aclarar que el tiempo fue pasando… ¡y nunca más se habló del tema! Extraño, ¿cierto?
En cuanto al retardo en dar a conocer sus trabajos, Freeman explicó que se necesitaron de seis a ocho semanas para verificar los datos y someterlos a las computadoras. Además, hubo de por medio el vuelo de la Apolo- 15 y varios otros factores, sobre los cuales no hizo comentarios. Las nubes de vapor lunar escaparon de la superficie por que la Luna sólo tiene una sexta parte de la gravitación terrestre y carece de atmósfera para sujetar el vapor liberado, aclaró el científico de la Universidad de Rice.
Sin que se conozca por qué, del tema no volvió a hablarse, a pesar de la fundamental trascendencia del hallazgo. Claro que esto también coincide con el hecho de que las misiones Apolo fueron descontinuadas y, hasta el momento, ningún otro humano dejó las huellas de sus botas en la superficie de la Luna.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo, historiador y escritor. Su más reciente libro es: “Qué hay detrás de los OVNIS?” www.antoniolasheras.com