La efeméride (los cien años del nacimiento de Gustavo Leguizamón y Violeta Parra el año pasado), las coincidencias geográficas (Mariana Baraj se inventó salteña y Fernando Barrientos se decidió por Mendoza, pegadito a Chile) pero sobre todo la necesidad de conocer la tradición para imaginar futuros sonidos sostiene el homenaje Cuchi Violeta 100 años que tributaron Fernando Barrientos y Mariana Baraj primero en un concierto y luego en la edición en cd de un tramo de ese espectáculo.
Se destacan La Pomeña con Baraj en la voz; Maturana, que canta Barrientos con ese estilo que no es común pero que al mismo tiempo es de acá; y dos de Violeta, Arriba Quemando el Sol y Qué he Sacado con Querete, que son las versiones menos parecidas a las ya registradas. La finalidad de Mariana y Fernando no era la ruptura de los originales o el impacto de la novedad sino el acercamiento sensible al material de dos creadores insoslayables en el que, inevitablemente, iba a surgir la impronta de ambos. Tal vez no estuvo tanto la de Baraj, quien en trabajos solistas ofrece otros desarrollos a partir de la percusión y en este caso privilegió la faceta de cantante. Se trata de un álbum sencillo con la guitarra de Barrientos y el bombo de Baraj, quienes fueron tejiendo un vínculo en los toques en que Mariana estuvo de invitada del dúo Orozco-Barrientos. Fue un encuentro cálido y despojado en torno a dos artistas jugados, no por todos comprendidos y por tantos venerados de parte de dos músicos que -como Violeta y el Cuchi- abrevan en las raíces pero no se limitan.