El tercer ojo constituye un verdadero centro de la intuición permitiendo –de acuerdo a la Tradición Hermética– la conexión con la infinita sabiduría del Cosmos todo.

Las más importantes civilizaciones de la antigüedad advirtieron la existencia de un centro de energía vital y positiva mediante el cual es posible alcanzar verdaderos estados de armonía humana. Es lo que se conoce como “tercer ojo” o “chakra del entrecejo”, aunque también se lo ha denominado “Ojo de Shiva”, “Ojo de la sabiduría” o el “Ojo del alma.”

De acuerdo a la sabiduría esotérica oriental el cuerpo humano está conformado por siete centros de energía denominados chakras; término sánscrito que significa sendero. Cada chakra actúa como transmisor de energía, permitiendo a cada persona, través de su correcta canalización, el adecuado desarrollo espiritual tan menguado en estos tiempos así como el crecimiento intelectual y dominio sobre la materia corporal con lo que se evita la generación de enfermedades.

El sexto chakra es el tercer ojo. Su nombre, sánscrito, es ajna que puede traducirse como mando, en el sentido de comandar, dominar, conocer, obtener maestría sobre algo.

Superación del dualismo

Por medio de la puesta en armónico funcionamiento del ajna se alcanza la integración de la personalidad superando el dualismo que, desde hace 2.500 años prevalece en la cultura occidental, generando tantos sufrimientos innecesarios. Para entenderlo mejor: no se trata de blanco o negro sino de la interpenetración de los opuestos mediante un sistema que conduce a la serenidad, claridad mental, amplitud de creatividad para la resolución de problemas, imprevistos y dificultades hasta el logro de la armonía.

El tercer ojo tiene dos aspectos que se manifiestan simultáneamente. Cada uno está simbolizado por cuarenta y ocho pétalos que representan los pro y los contra de cada pensamiento. Cada vez que el intelecto dice "sí"; automáticamente está generando un "no". La armónica implementación de éste chakra permite no dejarse confundir por las engañosas polaridades provocadas por la mente no desarrollada. El tercer ojo puede ser estimulado al recitar diariamente el mantram Omh…, que es símbolo del comienzo y final de todas las cosas. Por supuesto que todo esto incluye la práctica diaria de meditación, tiempo para la autoindagación e introspección.

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Vaticano -  Estatua de una piña de 4 metros de altura, proviene de una antigua fuente romana del siglo I o II d.C. Se la asocia a la glándula pineal.

Vaticano - Estatua de una piña de 4 metros de altura, proviene de una antigua fuente romana del siglo I o II d.C. Se la asocia a la glándula pineal.

Vaticano - Estatua de una piña de 4 metros de altura, proviene de una antigua fuente romana del siglo I o II d.C. Se la asocia a la glándula pineal.

La glándula pineal

Observado desde la Ciencia moderna, el ajna es la glándula pineal, aquella donde el filósofo y matemático francés René Descartes (1596-1650) situó la ubicación del alma. Se trata de una curiosa formación ubicada en el cerebro a la altura del entrecejo. Su longitud es de ocho milímetros, su espesor es de seis y pesa dieciocho gramos.

Ésta glándula actúa como reloj biológico y su desequilibrio podría generar perturbaciones tales como la distracción, pérdida de la memoria, olvido, miedo al futuro y ciertas anomalías en la conducta sexual.

Descartes estaba convencido de que la glándula pineal era el lugar donde se situaba la llave que permitía al humano estar en comunicación con su alma. El sabio pensaba que cada persona tenía un alma razonable, una sustancia que tenía el poder de dirigir y modificar el curso de los fenómenos.

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René Descartes (1596-1650)

René Descartes (1596-1650)

Los lamas del Tíbet

Los lamas del Tíbet milenario lo denominaron tercer ojo porque advirtieron que su función es la de “ver” más allá de lo que se observa con los ojos físicos. De allí que consideraran al ajna la causa que genera lo que en Parapsicología son los fenómenos extrasensoriales de telepatía, clarividencia y precognición.

El tercer ojo constituye un verdadero centro de la intuición permitiendo –de acuerdo a la Tradición Hermética– la conexión con la infinita sabiduría del Cosmos todo. Su apertura proviene de la maestría obtenida sobre el flujo de la mente. Casi siempre se representa como algo luminoso: es la luz interior; cuando se activan todas las potencialidades del individuo desarrollando el conocimiento, la templanza, las ideas de dignidad, grandeza, veneración.

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Tanto en la India como en el Tíbet, los maestros sabios aseguran que cuando se “despierta” el tercer ojo se hace posible la utilización de los maravillosos poderes que la persona guarda en sí misma y habitualmente ignora.

También los sacerdotes de la América Precolombina supieron del chakra del entrecejo. Por ello se puede apreciar en frisos y esculturas mayas, aztecas y olmecas cabezas de dioses, reyes e incluso animales sagrados, presentando el clásico hundimiento entre las cejas. Es posible que recibieran éste conocimiento directamente de Oriente a través del continuo intercambio comercial con que mantuvieron con las civilizaciones de Asia.

Antonio La Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo e historiador. e mail: [email protected]

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