A nadie que tenga un dedo y medio de frente escapa que la sociedad está experimentando cambios, no sólo en nuestro país, sino en el mundo.
Se nota en todo, y en el deporte más, cuando la tecnología y la evolución social obligan a modificar reglas que parecían sagradas y eternas.
En fútbol, por ejemplo, con la introducción del VAR. En tenis, con la reducción de los sets. Y así en cada cual, unos más, otros menos, y los que no, es porque están en proceso, o ya se hicieron.
En el boxeo, que siempre acompaña todo cuanto acontece sociopolítica y económicamente en los estratos donde se desarrolla, la cosa vino por el lado de la AIBA, y tiene que ver con la unificación de los campos profesional y amateur, que generó –y sigue generando- mucha resistencia. ¿Pero cuándo los cambios radicales fueron aceptados dócilmente?
Entonces, los púgiles que estuvieron afectados a estos proyectos de la AIBA, y pelearon bajo sus reglas y también para el profesionalismo tradicional, según algunos incluyen en sus carreras rentadas las peleas realizadas en los torneos WSB (Los Cóndores) y APB (AIBA Pro Boxing); según otros, sólo las de la APB, y en una tercera posición, todas las que se efectuaron tras haberse sacado la licencia profesional FAB, o de su país –sin importar en qué campo lo hicieran-, más las de la APB si las hubieran. Es que varios púgiles pelearon para Los Cóndores (WSB) antes y después de hacerse profesionales.
Hay una cuarta postura, que es la de contar solamente las del profesionalismo convencional, excluyendo de plano todas las peleas hechas en AIBA, incluso las de la APB, que fueron netamente profesionales hasta en sus siglas (“Pro” significa “profesional”).
Entonces, púgiles como Alberto Melián, que aún no debutó en el terreno rentado típico, pero lo hará el 16 de diciembre en la FAB, para la página de records boxrec.com –referente cotidiano en este aspecto- tiene 0 peleas. Para fight fax –considerado en USA como “oficial”- tiene 12-3 (contando todas las APB y WSB), y para otros 4-2 (como prefiere la FAB, contando sólo APB).
Yamil Peralta, el único que aún no tiene siquiera pensado debutar en el profesionalismo tradicional, si se cuentan sólo las peleas APB tiene 0-6, pues perdió todas sus peleas allí. Y si se le suman las de la WSB, tendría 9-7.
Todo esto sin contar las que hicieron en los JJOO, pre-olímpicos, Mundiales o Continentales, cuando ya eran considerados por AIBA profesionales por ser de la APB.
Maravilla Martínez, en una nota realizada por la página “Primer Guante”, reflexionó lo siguiente al respecto, y no le falta razón:
“Lo que le sucedió a Yamil Peralta es para matarlos a los dirigentes de la AIBA. Ahora la televisión de Estados Unidos no lo va a querer comprar porque tiene un record negativo. Le acaban de arruinar la carrera a Yamil Peralta. Ojalá que cuando se haga profesional trabaje duro. La gente ve el árbol, pero no ve el bosque. Ahora no lo van a poder vender así nomás. Para entrar a la televisión americana deberá trabajar mucho en suelo argentino, sudamericano y no se cuánta otras cosas más. Antes de competir para la AIBA entraba seguro al mercado. La AIBA quiso meterse donde no le correspondía y así le fue”.
El colega Andrés Mooney, de “A la vera del ring”, escribió este interesante artículo.
Lo que cabe acotar en la reflexión de Mooney, es que por las vías de la APB y la WSB sólo entraron los mejores del mundo, los candidatos a medalla, y Argentina, por razones lógicas largamente explicadas, está lejos de eso. El grueso entró en los pre-olímpicos convencionales en sus distintas sedes e instancias, como Argentina.
Primero porque desde el ENARD se retiró el apoyo económico que se brindaba para la WSB, y segundo porque la APB está suspendida momentáneamente, y todo hace suponer que para siempre.
Es que el presidente de la AIBA, el chino Ching-Kuo Wu -creador de la misma-, está suspendido en sus funciones por el Tribunal de Disciplina de la AIBA, y reemplazado interinamente por el italiano Franco Falcinelli.
Esto generó un replanteo en la FAB, y una serie de marchas y contramarchas respecto del criterio interno a tener en cuenta, considerando que la propia AIBA muestra indecisiones, o que los cambios planteados pudieron ser simples intentos fugaces que quedarán en el olvido, y que tal vez condicionen innecesariamente todo un futuro.
Lo único cierto es que –guste o no- el criterio lo unificará la postura que marque la FAB –y las demás Federaciones nacionales- , que es la entidad madre y quien dictamina las reglas a seguir una vez las defina, y no el piacere particular de cada cual. ¿Coincidirán el resto de las Federaciones para estar todas en sintonía mundialmente?
Y que aunque sean resistidos, cuestionados y analizados, los cambios no solamente son necesarios en todos los órdenes, sino imprescindibles, máxime si se hacen con la sensatez de contemplar el mundo sociopolítico-económico que se viene. De lo contrario, aún se estaría peleando a puño limpio, y a finish.
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