La Turca es campeona mundial de boxeo en la categoría mosca, pero tiene una historia para ser contada. Hace poco trabajó en un bar, fue pareja de Mariano Carrera y quiere desafiar a la
Tigresa Acuña.
Multifacética, hiperactiva, y encima, bella. La Colorada, La Turca, La Barby de Hierro, se llama Carolina Duer, y es campeona mundial de boxeo en la categoría supermosca de la OMB, aunque la entidad no confecciona rankings. Pero además trabajó hasta hace poco en el bar de Ideas del Sur -donde tenía la concesión-, y era dueña de tres restaurantes. Fue pareja del ex campeón mundial Mariano Carrera, entre otros, y desafía a la misma Marcela Tigresa Acuña. ¿Algo más? Conozca parte de la vida de una mujer bella, que las tiene bien puestas.
-A muchos les llamaba la atención verte en Ideas del Sur, sabiendo que eras boxeadora, ¿qué hacías allí?
-Ya no estoy más. Fue hasta diciembre. Tenía la concesión del bar de la empresa, que duró 5 años, pero ya terminó.
-¿Y cómo llegaste a semejante lugar?
-Es que con mi viejo tenemos un restaurante enfrente. Ellos iban allí, nos conocían, y querían adentro tener uno con gente de confianza, que entendiera del rubro y atendiera bien. Por eso nos lo ofrecieron a nosotros. Le vendí mi mitad del restaurante a mi viejo y me puse la concesión allí, pero sola. Teníamos otros dos más en sociedad con mi viejo, en otras zonas.
-Ahí te contactaste con Ricardo Fort, que hasta te quiso patrocinar tu pelea por el título mundial, ¿no?
-Sí, pero nunca se llegó a eso, porque en el Bailando, lo que iba a ser grabado, al final fue en vivo en esos días en que yo peleaba. Mi relación era más con gente de su entorno que con él, pero con él tenía era mucha onda, quizás porque él veía en mí a alguien de la misma clase social, o parecida a la de él, digamos. Pero también quería entrar en el boxeo por el tema de La Mole Moli, y competirle para sacarle rating, y esas cosas.
-Quedó en la nada, pero de repente caíste en Chaco. ¿Cómo fue, y a título de qué defendés tu corona ahí?
-Fue por una acción solidaria que hice. Tenía eso en la cabeza, y me dije que si ganaba el título mundial lo primero que iba a hacer sería eso.
-¿Y si perdías no?
-Es que jamás dudé que ganaría. Pero mi idea era que como campeona mundial iba a tener más llegada, y a conseguir mejores contactos. Y así fue. Busqué varios lugares para hacerlas, primero por Capital comedores, etc, pero era difícil, porque muchos te piden plata en vez de alimentos, ya que no tienen dónde guardarlos.
Hasta que un día escuché un reportaje a Sergio Víctor Palma, y me enteré de que su novia tenía uno en Chaco, donde daba de comer a chicos muy precarios los fines de semana, y en la semana hacían actividades recreativas. Y me contacté con él.
-Bueno ¿pero cómo se te dio por boxear entonces?
-Por una amiga, que quería practicar para modelar el cuerpo. Buscábamos en gimnasios, pero de pronto le dije también de pasar por la Federación de Box. Yo la acompañaba. Tenía 23 años. Recuerdo que entré, me apoyé en la baranda, y Zacarías -NdR: Alberto, su actual DT- me preguntó: “¿vos sos boxeadora?”. “No”, le dije, “ni ahí”. “Yo te voy a hacer boxeadora”, me dijo. ¿Y al loco éste, qué le pasa?, pensé yo. Me dio los papeles para hacerme los estudios, y me dijo: “cuando te los hagas, venime a ver”. Yo los guardé por las dudas. Pasaron dos meses, hasta que un día agarré y me los empecé a hacer, tranquila. Cuando los tuve, unos meses después, fui, total -dije-, entreno un tiempo, y cuando me ofrezcan pelear, no voy nunca más. Y acá estoy. Es que te entrenás, te ponés un guante, un cabezal, hacés manopla, l pegás un día a la bolsa, y cuando te querés acordar, estás en un ring guanteando. Y ya estás. De ahí a pelear es un paso. Ni te das cuenta.
REPORTE por GUSTAVO NIGRELLI