La ciudad de Comodoro Rivadavia, en Chubut, debería ser una de las capitales económicas de la Argentina. Quizás con infraestructura astronómica y una calidad de vida superior al resto de América Latina. Podría haber sido la Dubái argentina. Sin embargo, quedó lejos de todo ese lujo. Fue una víctima más de un vaciamiento y una distribución desigual de la riqueza que genera la extracción del petróleo.
"Comunidad perforada", de los directores Leandro Lew y Matías Quinzio, profundiza en una crisis sostenida durante décadas en la urbe más poblada de la provincia: una sociedad con creciente delincuencia juvenil, sueldos bajos, jornadas extensas de trabajo y aumentos en la venta de armas, prostitución y narcotráfico.
Como asegura el antropólogo Santiago Bachiller, uno de los tantos testimonios que aporta el film, sobre el trabajo de los petroleros: "Se ven una serie de problemas familiares bestiales, gente que es extranjera en su propia casa". De esa manera, se generan rupturas entre padres e hijos y, a partir de allí, la comunidad toda.
Uno de los principales problemas que afronta Comodoro radica en su principal recurso, el oro negro, que genera fuentes de trabajo, pero, a su vez, las diferencias más grandes en una cadena que incluye la mafia policial-política, la prostitución, narcotráfico, villas miserias y el aumento de la venta de armamento ante el peligro de la delincuencia.