A Alexander Betts, James Peck y Mike Bingham los cruza una misma línea en sus vidas, aunque tengan diferentes edades y no se conozcan. Los tres fueron forzados a abandonar las Islas Malvinas. Una postura distinta con la soberanía, tener un hijo con una argentina o descubrir que la causa de muerte de los pingüinos es la principal industria pesquera del archipiélago los convirtió en centro de amenazas, discriminación y rechazos de los poco más de 2.000 habitantes. El documental "Exilio de Malvinas", del director Federico Palma, revela el lado más desconocido de la vida en las islas y pone en tela de juicio la presión política del gobierno británico en una democracia en la que pensar distinto lleva al destierro. Se estrena este jueves en el cine Gaumont (av. Rivadavia 1635)
Nació en Puerto Argentino en 1947, a lo igual que toda la familia. Sus tatarabuelos fueron los primeros colonos británicos llevados a Malvinas por el Reino Unido en 1842. Su sangre guarda lo gauchesco de las pampas. Su lengua, una mezcla entre inglés y castellano argentino: "Che, what are you doing?". Betts se define como un fueguino malvinense. Desde pequeño sintió la curiosidad de saber por qué utilizaba esos términos y chocó contra lo que años después le costaría muy caro: leyó el Dictamen de la Academia de Historia Nacional sobre el derecho argentino en esas tierras, y comenzó a encontrar controversias con lo que le decían, pero a su vez, el desprecio de sus amigos y familiares.
A pesar de la bronca social hacia él, criticó al gobierno impuesto hasta que apenas terminada la guerra se escapó en un barco para finalmente instalarse en la provincia de Córdoba, pero no paró.Defendió la autoridad argentina en el territorio ante la Organización de las Naciones Unidas. Lo mismo hizo su hermano, pero del lado británico.
"Si hoy quisiera volver a residir con mi nacionalidad argentina en mi lugar de nacimiento la potencia ocupante no me lo permitiría", cuenta.
Peck pintaba sobre los lienzos a soldados argentinos. "No queremos ver eso acá", le decían. Su imaginación estaba ligada a su padre combatiente. Eran los primeros vestigios del rechazo social, que se convertiría luego en un temblor cuando se enamoró de una argentina que visitó el archipiélago. Con María se puso de novio, convivieron y fue padre. El gobierno les planteó que ese niño no podía nacer allí por ser hijo de una argentina. Se mudaron a Buenos Aires. James decidió nacionalizarse. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner le entregó el DNI y la prensa de Reino Unido lo señaló como una "vergüenza"."En su momento me preguntaron si tenía mucha bronca con los argentinos, y les dije que no", relata.
A Bingham le intentaron incendiar su auto, balearon su casa, le inventaron prontuarios policiales y amenazaron de muerte. Mediante sus investigaciones sobre la causa de muerte de centenares de pingüinos, el biólogo marino concluyó que la pesca sin control era el problema raíz. Esa industria es la que sostiene la economía de los kelpers. No le permitieron seguir con su trabajo. Denunció en varios medios su situación, pero tuvo que irse. En Río Gallegos, Santa Cruz, halló un lugar donde seguir con su oficio.
"Tengo tantos datos de que la pesca en Malvinas está quitando tantos peces que los pingüinos emigran hacia la Isla de los Estados", detalla.
DIARIO POPULAR dialogó con el director Federico Palma acerca de este documental y su experiencia como argentino en las islas.-¿Conocen los habitantes la historia de estos tres protagonistas?
-Son casos centrales, pero el de James Peck es el que más se destaca. Directamente lo odian por haberse nacionalizado. Con Alexander sucede algo parecido. La población tuvo un consenso para sacarse de encima a Mike durante los acuerdos que hubo con Menem en los años noventa.-¿Qué concepto tienen de la democracia los habitantes al escuchar estos casos?
-Están en otra, es la verdad. Tienen limitaciones y no dejan de ser una colonia británica. Su posición con el gobierno es muy endeble. Si bien son poco más de dos mil habitantes, los kelpers, los nacidos allí son menos. Hay muchos chinos y chilenos y eso influye mucho en la postura política.
-Antes de ir a filmar tuviste que solicitar un permiso ¿Tuviste inconvenientes durante el rodaje?
-Nunca tuve problemas. Para ir a rodar solicité un permiso a la embajada, me lo dieron y antes de viajar me llegó un mensaje de parte del Consejo de las islas. Querían hablar conmigo para saber lo que iba a hacer. No te van a tratar mal nunca, pero llegás a sacar una bandera argentina y se enteran todos.
-Durante la estadía, ¿Cómo notaste la vida diaria?
Hay muy poca gente. Eso se nota. Las dos mil personas están en su gran mayoría en el puerto. Hay relaciones muy estrechas, pero no deja de ser un pueblo chico con un infierno grande.
EN EL CINE GAUMONT ESTARÁ EN CARTELERA DESDE EL JUEVES 14 AL MIÉRCOLES 20 CON DOS FUNCIONES DIARIAS: 13:55 Y 20:30 HORAS.