1. Existen pocas sensaciones tan placenteras para nuestro sentido del gusto como el de saborear una mora, una fresa o una grosella. Estas frutas, además de ser muy nutritivas, ofrecen muchas posibilidades en la cocina y, aunque cada vez quedan menos en el campo, aún es posible conseguirlas.
2. Los orígenes de estos frutos son diversos. Tradicionalmente no se cultivaban sino que crecían en los arbustos silvestres. Muchos estiman que el arándano es la planta más antigua de la tierra. Se sabe que la frambuesa era recolectada durante el neolítico y en la Edad Media ya era cultivada en los huertos.
3. Entre las especies que se engloban dentro del término frutos del bosque se encuentran el arándano o blueberry, la frambuesa roja, las moras, las grosellas, la frutilla o strawberry, la endrina y el madroño. Sin embargo, existe una extensa variedad de bayas, pero muchas de ellas no se comercializan.
4. Estas frutas poseen propiedades nutricionales diversas. Poseen una alta cantidad de antocianinas (flavonoides), que son las que les proporcionan esos colores tan característicos, de muy alta capacidad antioxidante y aumentan en los frutos a medida que éstos maduran, por lo que no conviene comerlos verdes.
5. El elevado poder antioxidante hace que estas frutas puedan retrasar los efectos del envejecimiento, el cáncer y la aparición de enfermedades degenerativas como el Parkinson, Alzheimer y artritis, convirtiendo a las frutas del bosque en farmacoalimentos sin efectos secundarios.