Según los especialistas, en muchos casos los dolores de cabeza se encuentran relacionados con el trastorno del sueño. La importancia del diagnóstico y el papel de la apnea, el sonambulismo y las pesadillas en los malestares diurnos.
Se estima que el 40 por ciento de las personas adultas tiene alteraciones en el sueño, lo que afecta su calidad de vida y tiene una importante relación con la presencia de cefaleas.
Entre los trastornos del sueño el más común es el insomnio, que afecta al 12 por ciento de la población y que puede ser esporádico o crónico, pero también hay quienes duermen mal y poco por otras causas, la mayoría de ellas vinculadas con malos hábitos higiénicos al dormir o por estrés.
El dolor Héctor Zavala, ex presidente de la Sociedad Neurológica Argentina, estimó que “el dolor de cabeza es una de las consultas más habituales y muchas veces se encuentra que se hallan relacionadas con alteraciones en el sueño”.
El profesional comentó que “es una observación habitual en la clínica que se presenten juntos el problema del dormir y las cefaleas” y explicó que “existe una razón anatómica y química relacionada con el hipotálamo, que es el encargado, a través de determinados neurotransmisores, de regular los ritmos del sueño y el dolor”.
Zavala consideró que “es un mito” el creer que es necesario dormir ocho horas, ya que “hay gente que se siente bien durmiendo mucho menos y otra que necesita hacerlo durante más tiempo”.
“Es común que los niños pequeños y los adolescentes duerman esas ocho horas, pero a partir de los 30 años, alrededor del 40 por ciento de las personas empieza a manifestar problemas con el sueño, de los que el insomnio es sólo una manifestación”, subrayó.
La alteración del sueño produce trastornos tanto en el cuerpo como en la mente de los individuos. Además del insomnio, influyen factores como apnea -o ronquidos- durante el dormir, pesadillas, hablar o rechinar los dientes y el sonambulismo.
En este sentido, aclaró que “entre el 12 y el 20% de los chicos menores de 12 años es sonámbulo y es habitual que adultos que manifiestan tener cefaleas relacionadas con trastornos del sueño lo hayan sido durante la infancia”.
Para Zavala, que es miembro de la Federación Latinoamericana de Neurología, “no importa cuántas horas se duerma sino de qué manera se hace y cómo se está al día siguiente”.
El profesional consideró necesario “realizar un buen diagnóstico médico que determine la causa del problema” y aconsejó mantener algunos hábitos higiénicos que colaboren en el buen dormir.
Entre ellos, evitar comer y hacer ejercicio físico tres horas antes de ir a la cama y tratar de conciliar el sueño en un ambiente de tranquilidad.
“Es cierto -opinó- que en las grandes ciudades y con la vida que se lleva en la actualidad, la noche suele ser el momento del encuentro familiar, por lo que se termina el día rodeado de ruidos y con la televisión encendida. Pero es necesario encontrarse con un ambiente tranquilo a la hora de irse a dormir”.
Recomendó hacerlo en una habitación oscura, silenciosa, en la cual “se debe evitar tener computadoras, televisores o cualquier otro elemento que pueda perturbar el dormir”.
Zavala se refirió también a los cuadros de ansiedad que pueden interferir en el buen dormir y dijo que “es fundamental aprender a hacer un buen manejo del estrés. Hay personas a las que les cuesta desligarse de las responsabilidades cotidianas, lo que impacta no sólo en el sueño sino también en la aparición de numerosas enfermedades”.
Con respecto al uso de ansiolíticos, consideró que “se trata de una práctica muy extendida, pero sólo deben usarse en casos puntuales y de manera limitada a situaciones especiales”.
“Lo mismo sucede con los hipnóticos, que, además, causan acostumbramiento”, aseguró.
Zavala subrayó que “entre el 6 y el 7% de todas las cefaleas se producen por la mañana y la mayoría de ellas se vinculan con trastornos del sueño”.