Ubicada entre las calles Río Turbio y Mar Chiquita, la institución, que abrió sus puertas en 1982, cuenta con dos canchas de fútbol. Allí es donde se divierten mientras viven el deporte cerca de 150 chicos. Y para el principal directivo "es un orgullo" poder brindarle un espacio a los jóvenes para que "crezcan con una pelota".
Si bien la entidad estaba radicada a escasas cuadras de donde está actualmente, a sus 33 años siempre contó con la misma meta: darle cobijo a jóvenes de todas las edades, con el deporte como emblema.
En 1997 se estableció definitivamente detrás de una ex fábrica de chapas. Y en el terreno se posibilitó un crecimiento notable. A tal magnitud, que hoy esas campos tienen iluminación para jugar de noche. De hecho, muchas personas del barrio, durante los domingos, alquilan las canchas. Según Ortiz, "es una buena forma de recaudar dinero para mejorar al club".
Por lo pronto, en Villa Mónica no se quieren quedar sólo con la pelota número 5. Por eso, pretenden construir un techo para cerrar un sector en el que armar un gimnasio. "Tenemos materiales. Incluso hasta pelotas voley o elementos de ajedrez, por ejemplo. Pero queremos edificar para que tenga su lugar específico", sentenció el presidente. Sí, todo a pulmón...
Fútbol femenino
El fútbol es el emblema del Club Villa Mónica. Pero no sólo se trata de la rama masculina de la especialidad. Las chicas también tienen su lugar. Sí, mientras el centenar de niños y jóvenes transitan sus horas en el campo de juego para afianzarse en el campeonato que disputan desde esta temporada, denominado CUBA, las damas hacen lo propio.
Se trata de un grupo de 14 mujeres de entre 15 y 30 años que disfrutan del movimiento de la pelota. Por caso, en su última presentación no dejaron dudas de su potencial: derrotaron con un contundente 4 a 1 a Maracaná.
"La verdad que a todas nos gusta mucho el fútbol. Lo tenemos como algo que disfrutamos y se nota cuando salimos a la cancha", aseguró Soledad Sánchez, secretaria de la entidad y pieza clave en el sistema del elenco femenino.
"Las chicas practican lunes, miércoles y viernes y siempre la idea es superarse y aprender", señaló al puntualizar sobre el ejercicio durante la semana, a diferencia de lo que ocurre con los chicos, que ensayan de lunes a viernes por la tarde.
¿El aporte de las damas termina allí? Para nada. Tiene sus divisiones inferiores: junto a los chicos de categorías menores hay cuatro nenas que practican a la par, despuntando la pasión por el fútbol, algo que no diferencia géneros ni, por supuesto, edades.
Padres y entrenadores
Si hay algo que suelen detestar los entrenadores de fútbol infantil es la tensa relación que se genera con los padres. Las expectativas depositadas en sus hijos hacen que reaccionen de forma agresiva para con los técnicos. Ese es un problema que se multiplica.
Sin embargo, en el club Villa Mónica parece haber una excepción. La comunión entre integrantes de la entidad y los papás es total. Así lo especifica Carlos Martínez, cabeza de grupo de las categorías 2006 y 2007, que aclara que lo fundamental para las dos partes es "ver a los chicos felices".
"Todos los padres son buena gente, siempre predispuestos porque quieren dar una mano en todo momento para ayudar al club. Muchos me dicen: 'está mi hijo acá así que yo quiero colaborar. Lo que necesites, a disposición'".
Y agregó: "Yo tengo un concepto desde el principio que se lo hice saber a los padres de arranque. Esto se trata de tirar para adelante. Le inculco algo a los nenes, hacemos algo y tiramos para adelante. Y los papás tienen que apoyar".
Difícil de desarrollar pero no imposible. Y mucho menos para el protagonista. ¿Por qué? Tiene a su propio hijo jugando en una de las divisionales que administra. Y si bien al niño le cuesta diferenciar los roles, Martínez lo tiene más que claro. "Lo trato como uno más. Tiene que entender que soy el técnico y no existe padre. Fuera de la cancha soy el papá. Adentro, el entrenador", sostuvo.