Fue en la revista Primera Plana y con una campaña publicitaria de la línea de electrodomésticos Mansfield detrás. Pero la tira luego pasaría por el diario El Mundo y por la revista Siete Días Ilustrados. El 25 de junio de 1973, Quino decidió dejar de publicarla.

Pero allí no terminó todo, sino que, por el contrario, casi que empezó. La tira fue traducida a 30 idiomas y lleva vendidos más de 20 millones de ejemplares sólo en Argentina.

A medio siglo de su creación, el día a día de Mafalda, su familia y amigos, sigue siendo leída por grandes y chicos, y descubierta por lectores que ni siquiera habían nacido cuando la tira se publicaba.

¿Por qué queremos tanto a Mafalda?  

Diario Popular te da cinco razones (aunque hay muchísimas más) para amar a Mafalda y no soltarla más.

Vigencia: Que cada nueva generación pueda elegir una tira cualquiera de la historieta y pueda comprenderla perfectamente y relacionarla, incluso, con un hecho actual, es una de las razones por las que nos gusta tanto Mafalda. Temas como la paz en el mundo, la democracia, el capitalismo, el rol de la mujer, la distribución de la riqueza y el anhelo de un mundo mejor aparecen como una constante en las conversaciones y en los soliloquios de los personajes y en cualquier época pareciera que siempre están hablando de la actualidad.


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Historia: Para quienes aún no incursionaron en el mundo de Mafalda, entrar en él es una oportunidad de conocer en detalle cómo se vivía en épocas de democracia alicaída, de militares que usurpaban el poder y de ventiscas de revolución que comenzaban a asomar. Y para quienes ya van por la relectura y, de vez en cuando, sacan un "Mafalda" de la biblioteca al azar y se ríen como la primera vez, la tira de Quino es un buen ejercicio para comprender muchas situaciones de la actualidad: algunas que, afortunadamente, no volverán y otras que, como mencionamos en el punto anterior, vuelven a cada rato.

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Amistad: Los personajes de la tira tienen personalidades tan marcadas y diversas, que parece imposible que puedan llevarse tan bien. Pero, acaso ¿no es así en la vida misma? Mafalda es la analítica constante, la cuestionadora, la que levanta las banderas del feminismo, de los derechos humanos y de la paz en el mundo. Su contrafigura es Susanita, la que también sueña... pero con un marido que la mantenga y un buen pasar económico. Dos modelos de mujer totalmente antagónicos, pero que se quieren y se respetan. Libertad es la última de las chicas en aparecer en la tira y es la más chiquitita y revolucionaria de todas. Bueno, su nombre no es ninguna casualidad y por eso está en la otra vereda de Susanita y de Manolito, hijo de almacenero y representante del capitalismo más salvaje... y de una brutalidad extrema. Felipe es un ingenuo soñador y se cansa de sólo pensar, vive enamorándose de amores platónicos. Miguelito, hiper analítico y brutal. Guille, una ternura en pañales, es el hermanito menor de Mafalda, característico por su manera de hablar y por su rebeldía tendiente a ser otro ejemplar mafaldístico. Cada uno de ellos destaca valores, muy distintos en algunos casos, que los explotan hasta cuando juegan. Pero el más importante parece ser la amistad que los mantiene siempre unidos.   

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Padres: Mafalda es un gran ejemplo de que no existen manuales para ser papás, que las preguntas (más tarde o más temprano) más inquisidoras pueden llegar en cualquier momento y, aunque intentemos estar preparados para contestarlas, muchas veces no vamos a tener las respuestas. Pero también la tira también es un reflejo de lo que, como hijos, vemos en nuestros papás y de lo que tomamos de ellos y lo que preferimos dejar de lado. 

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Humor inteligente: Más allá de todo análisis político e ideológico, desarrollado con una inteligencia magistral, la ironía, la inocencia y la crudeza con que los personajes plantean sus posiciones en cuestiones triviales y cotidianas arrancan una sonrisa a cualquiera. Pero también nos deja pensando. Una sonrisa de identificación, en muchas oportunidades, de melancolía, en otras, y hasta de aprobación, es lo que hace que sigamos buscando más y más viñetas y queramos que nunca se acabe y que haya Mafalda para siempre. Porque, a veces, también está bueno reírse un poco de aquello que parece no tener solución ni acá ni en todo el mundo. 

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Edición Nro. 15739

 

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