Para encarar su personaje, La China se sometió a un categórico cambio de look: debió adelgazar seis kilos, oscurecer su cabello e introducirse en el submundo que involucra a la tenebrosa enfermedad de la bulimia y la anorexia que en la ficción la dejan al borde del suicidio.
"Yo había leído el libro cuando era más chica, a los 14 años", cuenta esta actriz de profunda mirada color esmeralda sobre el best seller que en la pantalla grande es también protagonizado por Esteban Lamothe, y la participación de Gloria Carrá, Rafael Spregelburd y Paula Kohan, entre otros.
"Me había encantado más que nada porque era muy alejado a lo que era mi realidad. Pensaba que era todo ficción. Gracias a Dios siempre fui una chica de cabeza bastante sana y algo naif. Tuve la suerte de no pasar por un amor enfermizo ni por trastornos alimenticios ni bulimia ni anorexia. Salir de eso es muy complicado", se replantea Eugenia mientras abre el juego para reflexionar, por fuera de lo que estrictamente narra la novela Abzurdah, sobre este fuerte y contundente problema social.
"Hay una cosa de frivolidad, de querer alcanzar el cuerpo perfecto. ¿Y qué es lo perfecto para la sociedad?", se repregunta esta artista que, acompañada por un experimentado nutricionista, en pos de su rol se suscribió a un intenso régimen alimenticio para bajar de peso. "Fue un esfuerzo más que nada porque siempre comí todo lo que quería y ahora me tuve que limitar. Era un trabajo, lo quise hacer y me pareció todo un desafío. Hay una exigencia física notable, pero por otro lado creo que mi generación y la de las nuevas está tomando mucha más conciencia, hace mucho ejercicio y empieza a aprender a comer. Se sabe de la vida sana, de no fumar. Hay una conciencia de salud, de lo que se le incorpora al cuerpo", explica. "Yo sigo comiendo lo que quiero. Soy vegetariana por una cuestión ideológica, no por estética. Me gustan los dulces.
Sobre todo muerdo por los chocolates y caramelos", sonríe dueña de un físico privilegiado. "Tuve una hija y quedé así porque tenía 22 años. A esta edad siempre es todo mucho más sencillo", sostiene con modestia la novia de David Bisbal. Figura central de tiras infanto- juveniles como Rincón de Luz, Floricienta o Casi Angeles, Eugenia Suárez fue testigo de más de un trastorno alimenticio, muy propicio en las adolescentes, por parte de sus seguidoras. "Vi casos. Yo nunca fui un referente en ese sentido porque siempre tuve mucho más curvas. Si alguna chica se quería parecer a mí evidentemente no era por la flacura", se ríe.
"Pero me pasó, cuando empecé a hacer la película y testeaba, de ver que todo el mundo a mi alrededor tenía al menos un caso cerca con esa enfermedad. Yo tengo como un círculo muy cerrado, con mis amigas de toda la vida y un par del medio, pero siempre me muevo con la misma gente y no tengo casos en mi entorno", revela. "En el medio, nosotros estamos expuestos y las cosas se saben más pero creo que existe la misma proporción de casos. Lo que ocurre es que la gente que trabaja de otra cosa generalmente no se entera. La bulimia y la anorexia son un tema siempre actual y ahora con la película se potenció y hasta el libro está otra vez agotado", agrega quien con solo 23 años sostiene una madurez destacable para su edad. En ese sentido, la maternidad, con la llegada de Rufina, la pequeña hija que cría fruto de su relación con Nicolás Cabré, incidió en un cambio personal de fuerte crecimiento que derivó en pautas claras, flamantes decisiones y vueltas de timón en más de un aspecto. "Soy una mina coqueta, me gusta mucho la ropa, el maquillaje, verme bien. Pero no es lo más importante en mí, soy muy relajada. Sé que tengo otras cosas. Me importa estar con mi hija, con mis amigos".
l ¿La belleza también condiciona? Así como hay toda una exigencia para estar delgada y responder a un canon, cuando existe cierta perfección natural, como en tu caso, ¿se siente una suerte de encasillamiento y la mirada limitada en ninguna otra cosa que mostrar el cuerpo?
-Siempre hay como un prejuicio, pero lo que pasa es que yo nunca me puse en el lugar de chica linda o de referente. Yo nunca me puse en ese lugar porque eso es parte de mi trabajo y después en mi casa yo soy una chica normal. Creo que el prejuicio de alguna manera no me afecta. Yo trabajo desde chica, todo el mundo me conoce y la gente sabe que no soy de estar pendiente ni me importa estar linda siempre.