¿Qué sensación le produce la palabra miedo?
-No me agrada.
¿Por qué?
-Porque tener miedo es horrible, porque te paraliza. En medio de un mundo que es para temer, yo me defiendo del miedo como puedo.
¿Cuál es su mirada del mundo?
-Es una mirada dual porque si bien el mundo es bello, vivimos un mundo muy injusto, habitado por algunas personas que hacen cosas horribles. En estos tiempos, la vida pone a mucha gente en situaciones muy límites y existen seres humanos que actúan como fieras.
Como adulta, ¿qué sigue sin poder entender?
-En general, la condición humana.
¿Y en particular?
-La crueldad, las guerras, las desmedidas ansias de poder, las matanzas y la creencia de algunos que se creen inmortales. Me resulta increíble que muchos no adviertan que estamos de paso por esta vida.
En medio de este panorama, ¿qué hace que su vida cobre sentido?
-A mi vida le da sentido hacer lo que hago, estar con mis hijos, con mi marido, con mis amigos, con la gente que quiero. Si bien transitar por este mundo es dificilísimo, me pone contenta vivirlo, más allá de las dificultades durísimas que tiene. A pesar de esta realidad, este mundo es muy atractivo y estoy alegre de transitar este momento.
¿Para qué faltas tiene usted más indulgencia?
-Todos los seres humanos nos equivocamos. Algunas faltas se cometen por necesidad de supervivencia. Otras son faltas muy graves. A mí me enoja muchísimo la avaricia, la mentira, más aún cuando el que las comete tiene poder de decisión y su determinación perjudica a una sociedad.
¿Usted siente que tiene un Dios aparte?
-Sí. La vida me ha dado muchas satisfacciones. En la época de la dictadura militar, me han pasado cosas terribles, como la prohibición y las amenazas de muerte, pero acá estoy y hay otros que no están. Hay gente a la que le pasan cosas muy feas: madres que pierden sus hijos, hijos que están en la droga, personas que no tienen dónde vivir ni qué comer. Ante esas cosas, soy una elegida.
Durante la dictadura, ¿estuvo detenida?
-No. Estuve prohibida cuatro años, desde el '76 al '80, y me amenazaron.
¿Qué recuerdos tiene de su vida en durante esos tiempos?
-Malísimos y terribles.
Alguna vez en democracia, ¿sintió que vivía en libertad condicional?
-No. Yo defiendo la democracia a ultranza y los que nos gobiernen, porque son elegidos por el pueblo, más allá que me gusten o no.
De acuerdo a su experiencia, ¿hay que aprender a convivir con el miedo?
-Yo creo que al miedo no hay que combatirlo, porque sentir miedo es humano, pero hay que ponerle el pecho. De otro modo, te invade de manera tal que terminás sin poder hacer nada.
Cuando siente miedo, ¿qué hace?
-Acciono. Lo enfrento. Le pongo el cuerpo. Si no actuara de ese modo, estaría encerrada en mi casa sin moverme. A pesar que uno esté lleno de miedos, hay que vivir.
¿Qué miedos la habitan?
-Los provenientes de este mundo tan virulento. Me da mucho miedo la violencia.
Desde su perspectiva, ¿cómo hay que responderle a la violencia?
-Con una caricia. Si alguien te ataca no hay que atacarlo, porque la violencia engendra más violencia. Hay que intentar no incentivar más violencia y tratar de entender por qué pasan esas cosas.
¿Trata sus miedos con mediación?
-Yo no tomo ninguna medicación.
¿Con terapia?
-No hago terapia.
¿Se las arregla sola?
-Sí, convivo con mis miedos.
Cuando la acosa algún temor, ¿lo manifiesta o lo calla?
-No dejo que la procesión vaya por dentro, lo expreso. A veces, me los guardo para no hacer mal al otro pero, en general, los manifiesto.
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