Pasó la noche de nerviosismo, angustia y finalmente emoción por la victoriosa definición por penales ante Emelec y el pase a cuartos de final de la Copa Libertadores. Y lo que quedó en el mundo San Lorenzo son las dudas y certezas, las conclusiones futbolísticas proyectadas hacia lo que viene. Lo que viene en lo inmediato es el choque del próximo martes en cancha de Lanús ante Cipolletti de Río Negro (del Torneo Federal A) por la Copa Argentina, pero detrás de la primera valla asoman el comienzo del nuevo torneo de Primera División y la continuidad de la Libertadores con el duelo “fratricida” ante el duro Lanús de Jorge Almirón.
La falta de ritmo: denominador común para el Ciclón, River y el Granate. A los equipos argentinos les tocó afrontar la revancha de octavos completamente afuera de la competencia oficial, mientras el resto de las ligas sudamericanas están en marcha. Cuando San Lorenzo asuma la ida de cuartos (13 de setiembre) ya habrá cargado sobre la mochila al menos un partido de Copa Argentina y las dos primeras presentaciones por el torneo local (27 de agosto ante Racing y 10 de setiembre contra Rosario Central). El flojo nivel de juego mostrado ante Emelec en la revancha tiene solución con la competencia y el correr de los partidos.
La falta de Ortigoza. Inevitable que se soga hablando de un futbolista que ya no esta pero era clave para San Lorenzo. Era la brújula, la referencia y el motor que echaba a andar el circuito de juego del equipo. Sin el, hubo que reacomodar piezas, solucionar su perdida con un esquema táctico que supla o compense la ausencia. “Estaría bueno que Ortigoza esté, pero como no está, no puedo pensar más en él”, explicó y se resignó Aguirre. Es quizá el déficit del momento mas difícil de solucionar.
La falta de profundidad. Quizá tenga que ver con lo anterior. El único referente de punta es Nico Blandi y ahora asoma Cristian Reniero como alternativa. Aquirre quería otro delantero de jerarquía y no llegó. Es un déficit y hay poco recambio en el plantel.