Con 19 años, es el nuevo jugador fetiche de Pep Guardiola. El domingo salvó el partido contra el Swansea con dos goles, uno en la última jugada. Desde su arribo, el Kun perdió terreno.

Hubo un chico que sacudió el fútbol brasileño en los últimos dos años. Morocho, flaco, con la estela de Neymar, catapultó a Palmeiras a ganar la Copa Brasil en 2015, y el Brasileirao en 2016. Hacía más de 20 años que el verdao no salía campeón del campeonato local. Necesitó de un juvenil, un chico de 19 años, para dar otra vuelta olímpica. Gabriel Jesús aportó 12 goles a ese éxito. Se convirtió, a pesar de su inexperiencia, en la carta clave del equipo. En el nombre más estampado en las camisetas verdes.

En las selecciones juveniles de Brasil lo conocían bien. Había sido trascendental en el subcampeonato brasileño del último Mundial sub-20, en 2015. Micale lo llevó a los Juegos Olímpicos un año después. Brasil, soga al cuello, tenía la obligación de conseguir la medalla de oro en el Maracaná. El único éxito que faltaba en sus vitrinas. La selección mayor venía de dar lástima en la Copa América. Gabriel Jesús fue el socio de Neymar, el respaldo donde la estrella de Barcelona reposó parte de la presión. Convirtió tres tantos. Brilló: rápido, no lo pudo controlar ninguna defensa. Dos meses después apareció como el 9 titular de Brasil. Reforzó un puesto vacante desde los retiros de Ronaldo y Adriano.

Gabriel Jesús

Los clubes más importantes de Europa se enfocaron en él. Neymar le recomendó que vaya al Barcelona. Le endulzó el oído: le habló de Lionel Messi, de Luis Suárez, del club, de la ciudad. Fernandinho, volante del Manchester City, también hizo lo suyo. Le dijo que Inglaterra era lo mejor para su futuro. La balanza cayó sola cuando una tarde le sonó el teléfono. Era Pep Guardiola. Quería hablar con él. Le contó en qué lugar de la cancha lo pondría. El chico quedó fascinado con Guardiola: "Me llamó la atención su inteligencia. Quería trabajar con él", dijo.

El pase se hizo en agosto por 32 millones de euros. Guardiola lo dejó leudar durante seis meses más en Palmeiras para que culminara su obra en Brasil, para que saliera campeón. En enero, campeón, se sumó al plantel inglés. En cuatro partidos logró lo que parecía imposible: que los hinchas del Manchester City se olvidaran de Sergio Agüero, uno de los ídolos más importantes de la historia del club. Kun, ahora, es suplente. Perdió la titularidad. Las cuatro fechas de suspensión —la patada violenta contra David Luiz— enojaron a Guardiola. Si bien lo quiere y hasta consiguió su renovación, Pep apuesta por el juvenil brasileño.

El domingo, Gabriel Jesús salvó el pellejo de Guardiola. Manchester City empataba como local contra Swansea 1-1. El ex Palmeiras había convertido el primer gol, pero fue por más y metió el segundo, también. Ganaron 2-1, y se llevó todas las cámaras. Era su tercer gol en cuatro partidos. Y el comienzo de una relación que parece duradera.

Mientras tanto, el futuro de Agüero es una incógnita. "Trabajaré duro en los tres meses que restan y después veremos qué quiere hace el club conmigo", dijo el domingo, como un niño que busca ropaje. Real Madrid le quiere hacer un lugar en su tridente ofensivo, como acompañante de Cristiano Ronaldo y Gareth Bale. En Avellaneda sueñan con repatriarlo pronto, activo. En Manchester, a un año y medio del Mundial de Rusia, quedó relegado.

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