A Pinino (también apodado el Mono) Mas siempre se lo reconoció como un infatigable generador de bromas y carcajadas en los vestuarios que supo frecuentar. Pero casi nunca o nunca fue protagonista de frases futboleras que hayan perdurado.
Sin embargo, un par de días antes de la frustrada revancha por los octavos de final de la Copa Libertadores entre Boca y River, Mas, después de comentar que "Gago tiene que parar de llorar" y sumar algunos lugares comunes del mismo tenor, puso el dedo en el ventilador. Y comparó, aunque él haya dicho que no se podían comparar, a Maradona y Messi.
El jueves 14 de mayo fue Maradona, quien entrevistado por la CNN, también apeló a una lectura particular sobre su estilo y el de Messi. Explicó Diego: "Yo, desde un primer momento, tuve mi estilo desde un comienzo. Esa es la ventaja que quizás le puedo llevar a él. Lio está encontrando su estilo, pero lo está matando con goles y esto le hace acelerar el paso, aunque lo va a encontrar muy pronto".
Y en un tono que pudo combinar su simpatía y su certeza, luego de aclarar que Messi lo superó en cantidad de goles convertidos, comentó: "Mis goles eran más lindos que los de Messi".
La realidad es que Messi hizo goles y hace goles de todos los colores y todos los diseños. Y Diego también. Aunque nunca hay un gol igual a otro. Hay goles parecidos. Porque hay rivales distintos, contextos diferentes, circunstancias distintas, competencias diferentes. Y partidos irrepetibles, aunque los entrenadores aferrados al dogma de la sistematización tuvieran la intención de repetirlos.
Pero todo eso junto que no es poco, igual permite analizar las definiciones del Mono Mas. En el plano de los resultados, es inobjetable que Maradona conquistó lo máximo que podía conquistarse con la Selección: un título del mundo en México 86 con actuaciones tan deslumbrantes que ni Pelé, 16 años atrás, en México 70, logró acceder a esas cumbres, aunque su aporte haya sido brillante. Porque Maradona fue más determinante e influyente para Argentina en México 86 que Pelé para Brasil en México 70.
Messi, en cambio, no se acercó en los dos mundiales en que actuó de titular (Sudáfrica 2010 y Brasil 2014) al nivel extraordinario que expresó Maradona. ¿Esto significa que Messi está muy por debajo de Maradona? En el caso que ese sea el único escenario, por supuesto que está muy por debajo de Diego. Pero hay otros parámetros que trascienden, incluso, la lógica inexorable de los resultados. ¿Cuáles?
La épica consagrada de Maradona es insuperable, como sostuvo con otras palabras Jorge Valdano en el diario Olé el 21 de noviembre de 2013: "Lo de Diego tiene más sentido artístico y es imbatible en términos emocionales porque hizo algo grande en el momento justo, pero no culpemos a Messi de eso".
Precisamente la épica es la que le permitió, por ejemplo a Diego en condiciones físicas muy precarias, con un tobillo a la miseria y ya en el crepúsculo de su carrera, construir aquella jugada impresionante (arrancó detrás de la mitad de cancha) que padeció Brasil en Italia 90, cuando Caniggia aprovechó su pase gol y a pocos minutos del cierre decretó en octavos de final la eliminación del scracht.
La épica (o la epopeya intransferible) no es otra cosa que atrapar en un instante crucial lo que no puede hacer nadie. Eso lo hizo Maradona con la camiseta de la Selección en repetidas oportunidades. Y eso, hasta el momento, no lo hizo Messi con la camiseta de la Selección. La diferencia no es menor. Es fundamental.
Esto es lo que persigue a Messi, más allá de sus números y producciones deslumbrantes con el Barcelona: su deuda futbolística con la Selección. Una deuda incuestionable que no es posible subestimar ni esconder. Está ahí, al alcance de todos. Basta con apelar a la memoria. Y a los videos.
Podrá decirse que es cruel afirmarlo, que es ingrato repetirlo, que es injusto cargarle la romana porque no logró cerrar el círculo con una Copa del Mundo, que Di Stéfano y Cruyff tampoco se coronaron durante los mundiales, pero aunque la única verdad no es la realidad, esta sí es una realidad gigante: Messi no la rompió ni en Sudáfrica 2010 (no anotó ningún gol) ni en Brasil 2014, más allá de que en los primeros 3 partidos ante Bosnia, Irán y Nigeria convirtió 4 goles y decidió la clasificación de Argentina a octavos.
Exageró, sin dudas, Oscar Mas cuando afirmó que "Maradona le dio todo a la Selección y Messi no le dio nada". Messi, en definitiva, le dio lo que pudo darle. Es verdad que en las instancias en que se decide todo, Messi decidió poco en función de sus condiciones, su pasado y su presente en Europa.
¿Decidió poco por falta de compañeros que interpretaran sus necesidades? Puede ser. ¿Porque Higuaín y Agüero estuvieron más torpes que finos? Puede ser. ¿Porque llegó al Mundial agotado? Puede ser. ¿Porque contra Bélgica, Holanda y Alemania le faltaron piernas? Puede ser. ¿Porque terminó siendo un rehén del sistema táctico que a partir de cuartos de final impuso Alejandro Sabella? Puede ser. ¿Porque no lo iluminaron los dioses del fútbol? Puede ser. ¿Porque lo acosó la presión de ser considerado el mejor del mundo y jugar en sintonía con esa calificación? Puede ser. Todo puede ser. Y todo también puede ser una suma de justificaciones atendibles o no.
Lo que suscriben los hechos que recoge la historia es que ahí, en las tardes y noches albicelestes más urgentes, este monstruo del fútbol mundial que es Messi, reveló, cautivo de esa épica que no tiene, que no se lo puede comparar con Maradona. Porque Maradona y su obra son incomparables.
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