Precisión, gambeta en velocidad, desequilibrio, tenacidad, sacrificio. Todo eso lo aportó el menos pensado: Marcos Acuña. El ex jugador de Racing fue lo mejor del equipo de Jorge Sampaoli, más allá que saltó al escenario del Monumental de manera obligada por una nueva lesión de Angel Di María.
Recostado sobre la franja izquierda, el lugar que mejor le sienta, el “Huevo” se mostró confiado y enchufado desde la primera intervención. Y, con Paulo Dybala y Mauro Icardi fuera de sintonía y lejísimo de sus versiones europeas, fue quien se mostró como el único que podía asociarse con Lionel Messi.
Por suerte para Sampaoli y compañía, pero también para las chances de la selección de cara a las dos estaciones que quedan en el trayecto hacia Rusia, el actual futbolista de Sporting Lisboa se iluminó apenas cinco minutos después del baldazo de agua fría que significó el tanto de Murillo y armó un jugadón bárbaro por izquierda.
Aceleración para dejar por el piso a su marcador Víctor García, llegar hasta el fondo para tocar hacia el medio y forzar el gol en contra de Rolf Feltscher.
Y con todo esto quedó claro que, en un contexto lógico y que no se deje llevar por las credenciales, Marcos Acuña deberá ser titular en los dos finales que se vienen.