Las Águilas Verdes lograron el título africano con autoridad, al imponerse en la final a Burkina Faso, que había eliminado en un partido épico a la actual superpotencia africana,
Ghana, en las semifinales.
Nigeria hizo valer la calidad y experiencia de sus jugadores, las mismas armas que le sirvieron en noviembre para eliminar en la última ronda a Etiopía y acceder al Mundial.
Dirigido por quien fuera defensor del Anderlecht y capitán de la selección en la primera cita mundialista de Nigeria, en 1994 en Estados Unidos,
Stephen Keshi, el campeón de África empieza a construirse por la retaguardia.
Sólo recibió cuatro goles en los ocho partidos de la fase de clasificación.
En las labores de orden y contención destaca el jugador del Chelsea
Kenneth Omeruo, de tan solo 20 años, que puede actuar también como central. El timón lo lleva otro futbolista del conjunto londinense,
John Obi Mikel, para muchos el líder de esta selección nigeriana.
El equipo de Keshi es menos espectacular que el que él mismo dirigió desde dentro del campo en 1994, que con atacantes como Victor Ikpeba, Jay Jay Okocha o Daniel Amokachi logró, en el debut mundialista de Nigeria, superar la fase de grupos y consiguió dos años después en los Juegos de Atlanta la medalla de oro olímpica.
Pese a ello, la pólvora tampoco falta en las actuales "Águilas Verdes", conocidas ahora como las "Super Águilas", que cuentan con hombres importantes como
Emmanuel Emenike (Fenerbahce), Victor Moses (Chelsea) o Ahmed Musa (CSKA de Moscú) que garantizan la velocidad, la pegada y un contragolpe demoledor.