El diario deportivo Sport lanzó el nombre y la noticia se esparció con la velocidad del humo: Juan Antonio Pizzi aparecía detrás de Juan Carlos Unzué y Ernesto Valverde como uno de los posibles candidatos para reemplazar a Luis Enrique en Barcelona a partir de julio. La noticia tomó fuerza y tiene sustento real. El actual seleccionador de Chile cuenta con varios requisitos para sentarse en el banco de suplentes del Camp Nou.
Después de la experiencia de Gerardo Martino, Barcelona quiere un director técnico de las entrañas del club. Ese ítem es innegociable. Pizzi jugó dos temporadas entre el '96 y '98. Conoce a fondo la filosofía culé. Todavía conserva dos relaciones claves de esa época. Es íntimo amigo de Luis Enrique y Pep Guardiola. Entre los tres mantienen un triángulo de amistad. Con Luis Enrique habla a menudo. Son charlas profundas de colegas y amigos. Así, casi sin quererlo, Pizzi se interiorizó sobre las internas del plantel y los métodos de trabajo.
La relación con Pep Guardiola es una cuestión de familias. Sus esposas son íntimas amigas. Pizzi y Guardiola cenaron juntos anoche en Manchester. El ex Rosario Central está en Europa: durante diez días, visitará a varios jugadores chilenos para conformar la lista de convocados para la Copa Confederaciones de mediados de año. Hoy se reúne con Alexis Sánchez en Londres.
Pizzi conserva una imagen muy positiva en Barcelona. Los hinchas recuerdan su paso con cariño. Incluso, como entrenador del Valencia, salió ganador del Camp Nou. Pero mantiene, también, cercanía con las cabezas del proyecto futbolístico. Robert Fernández, secretario técnico del club, fue compañero suyo en Valencia. Jugaron juntos en la temporada '93-'94. En la histórica remontada frente al PSG en Champions League, estuvieron juntos en el palco viendo el encuentro.
Sin embargo, el problema es el momento. Como un tren que llega antes de tiempo, Barcelona busca un entrenador mientras Chile afina su clasificación al Mundial: está cuarto, un punto arriba de Argentina, que ocupa el cupo de repechaje. Según pudo confirmar DIARIO POPULAR, Pizzi no piensa en otra cosa: aunque podría ejercer una cláusula de rescisión y dejar su cargo, entiende que no es el momento de bajarse del barco. Está enfocado en la Copa Confederaciones de junio, y en la definición de las Eliminatorias.
En este escenario, salvo que Josep María Bartomeu, presidente del Barcelona, le exprese con vehemencia su deseo de contratarlo, la respuesta está decidida. Y sería negativa. De momento, mientras su nombre continúa creciendo, ningún dirigente —o allegado—se contactó con él.
El trabajo en Chile termina con el Mundial de Rusia. Su contrato acaba con la participación del combinado trasandino en la Copa del Mundo. Él tomó la decisión de no extender el vínculo. Quiere reinsertarse en el fútbol europeo.
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