No le agradan las etiquetas. Se siente una mujer libre. Tiene una mirada optimista de la existencia. No establece vínculos que implican tener encendidas las alarmas. En lo profesional, se sabe privilegiada, porque se gana el sustento con el trabajo que la hace feliz. En esta ocasión, Gabriela Sari -quien se encuentra representando la obra “Acaloradas” en el Teatro Regina- deja en claro, entre otras cosas, que la imagen es tan efímera como una estrella fugaz y que la vida ha sido maravillosa con ella.
l ¿Se considera una chica de barrio, una mujer de country o una muchacha urbana?
-No me gustan las etiquetas. Yo soy una mujer libre.
l Actuar bajo presión, ¿le disgusta?
-En el sentido profesional, me agrada tener un director que me ajuste las tuercas para sacar de mi lo mejor. En lo personal, la presión me resulta contraproducente.
l ¿Tiene una mirada pesimista, optimista o realista sobre la existencia?
-Miro la vida con ojos optimistas.
l Normalmente, ¿cómo se maneja frente a los conflictos?
-Los enfrento. Dialogar sobre estas cuestiones es esencial pero, admito que, a veces, puedo tener un impulso que, quizá, no sea el mejor. De todos, siempre elijo encarar la situación.
l En las relaciones que lleva adelante con los otros, ¿de qué se resguarda?
-En este sentido, no ando con muchas alertas. Me vinculo con gente con la cual no debo cuidarme de nada. Si sé que tengo que manejarme con precaución, directamente no me relaciono con esa persona.
l Cuando le aconsejan que no realice algo, ¿obedece o hace caso omiso a la recomendación?
-Si estoy segura, sigo adelante y busco la vuelta para concretar mi idea. No me doy fácilmente por vencida.
l Hay un dicho que sostiene: “Lo que no te mata, te fortalece”, ¿cuál es su opinión al respecto?
-Estoy de acuerdo con esa afirmación. Creo en la capacidad que posee el ser humano para sanar y evolucionar y, por ende pienso, que nada es tan grave. Lo único que no tiene solución es la muerte.
l ¿Qué simboliza la imagen?
-Es algo tan efímero como una estrella fugaz.
l Cuando se mira al espejo, ¿qué ve?
-Una figura que me gusta.
l ¿Y condice con lo que es?
-Sí. Me doy la mano con ese reflejo de mi. Me identifico con lo que veo.
l Su aspecto externo, ¿refleja lo que es usted interiormente?
-No comparto la idea que sostiene que el hábito hace al monje. No creo que la imagen externa coincida con lo que uno es. Existen muchos disfraces y demasiadas caretas como para suponer que lo exterior se relaciona íntimamente con nuestro interior.
l Hasta la fecha, ¿podría decir que la vida le dio más de lo que esperaba o fue justa con usted?
-La vida me dio mucho más de lo que esperaba.
l Y dígame, ¿qué esperaba de la vida?
-En verdad, no soy una persona que se llene de expectativas o ilusiones Por ende, todo lo que me sucede es un regalo diario. Hasta la fecha, siento que la vida ha sido maravillosa conmigo.
l De usted misma, ¿qué la asombra?
-Mi gran capacidad de adaptación.
l ¿Siempre nadó a favor de la corriente?
-No siempre. A veces, por no exponer tanto mi vida privada he llegado a sentir que soy un pececito que nadaba en contra de la corriente. De hecho, a veces, da la sensación que si uno no cuelga una foto en Instagram no existe.
l ¿Se adapta o resiste a estos tiempos que corren?
-Me acomodo, pero no soy fanática. Tengo un uso moderado de las redes sociales. Me apabulla la idea de estar todo el tiempo subiendo cosas, porque eso no tiene que ver con mi esencia. En ocasiones, publico una foto o deslizo algún comentario, pero a mi ritmo, sólo cuando tengo ganas.
l ¿Por qué experiencias debería pasar una mujer?
-Por la experiencia de enamorarse, viajar con amigas y amarse a sí misma.
l Si fuese hombre, ¿elegiría una mujer como usted para iniciar una convivencia?
-Absolutamente, porque soy muy activa, porque armo planes, porque puedo ver fútbol sin problemas, porque soy cero rompe bolas, porque estoy en mis cosas y porque, en definitiva, uno desea estar con alguien que quiere y que te permita hacer lo que te gusta sin entrometerse.