Las noticias que llegan desde las costas del Mar Mediterráneo no alcanzan a dimensionar al gran problema que sufre el mundo. Las barcazas destruidas que llegan a las costas de Italia y Grecia, la cantidad de muertos por hundimientos y los asesinados al intentar huir de las guerras generan un flagelo que no tiene un horizonte apacible. En el Día Mundial del Refugiado las cifras difundidas por la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR, alertan a la población: Hay 65,6 millones de desplazados en todo el mundo, 300.000 más que hace un año.
Es, según el jefe de este organismo, Filippo Grandi, "la cifra más alta desde que existen registros" y se debe a los conflictos, la violencia o las persecuciones que sufren estas personas que una vez que cruzan la frontera son considerados refugiados.
El número, a la vez, significa "que una persona cada tres segundos se convierte en refugiado, menos del tiempo necesario para leer esta frase".
En Sudán de Sur, Siria, Irak y Afganistán la vida está lejos de encontrarse a salvo. Los constantes conflictos armados, guerras civiles, persecuciones religiosas y el advenimiento del Estado Islámico e ISIS provocan que gran parte de su población intente escapar.
“La crisis de refugiados y de desplazados en Sudán del Sur es la que más rápido se agrava en el mundo”, ejemplificó Grandi.
Según cifras oficiales, Turquía, que limita con Siria, es el país que más refugiados recibe: casi tres millones y el 99% son de esa procedencia. Mientras que Líbano es el que mayor cantidad de asilado mantiene entre su población: uno de cada seis. En Jordania una décima parte de sus habitantes se encuentra bajo protección de la ONU. Suecia continúa como el Estado occidental con mayor proporción de asilados en relación con sus habitantes: uno cada treinta y tres.
República Checa, Hungría y Polonia serán demandadas por negarse a aceptar refugiados bajo un plan vinculante acordado por la Unión Europea, un plan para repartir a 160.000 desplazados en Italia, Grecia y otros países europeos a lo largo de dos años y que fue aprobado a finales de 2015.
En América Latina más de ocho millones de personas abandonaron sus hogares debido a la violencia y persecución como principales flagelos. Del total, siete millones son de Colombia. El principal foco del problema se encuentra en países de Centroamérica en donde el flagelo se suscita "por las presiones y extorsiones que ejercen grupos criminales como las pandillas y las maras que obligan a las personas a abandonar su hogar y en muchos casos cruzar fronteras", manifestó el Representante Regional para Centroamérica, Cuba y México de la Oficina del Alto Comisionado para Atención de Refugiados (Acnur), el ecuatoriano José Samaniego.
En Dadaab, Kenia, se encuentra el campo con mayor cantidad de refugiados en todo el mundo. Alberga a 245.126 personas, según el último recuento de Acnur realizado el 1 de abril pasado. Se trata de un espacio de enormes dimensiones que tiene tres campos o divisiones (Hagadera, Dagahaley e Ifo) y desde 1991 recibe a desplazados somalíes que huyen de la guerra civil en su país.
El segundo es el Dollo Ado, en Etiopía, y tiene unas 212.023 personas, según el recuento de Acnur del pasado 31 de mayo. Cinco campamentos conforman este gigantesco espacio que también alberga en su mayoría a somalíes, pero también a los que huyen de la creciente violencia en Sudán de Sur y Eritrea.
El Kakuma, de Kenia, está en el tercer lugar al darles refugio a unas 160.000 personas, de las cuales hay habitantes de Sudán del Sur y Somalia, pero también de 20 países africanos. Pero en ese espacio las condiciones son deplorables. “La desnutrición es generalizada en todo el campamento, especialmente entre los más jóvenes”, asegura Acnur.
Se trata de una persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores no quiera regresar a él"..
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