A partir de 2018, una reforma radical del nivel secundario se implementará en las escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires.
Según detalló el diario, la nueva secundaria incluye un punto novedoso y que despierta polémica en algunos sectores: todos los alumnos deberán trabajar en el último año. Es que el nuevo diagrama incluye dos años de ciclo básico, dos años de ciclo orientado y un quinto año que será “integrador y formativo más allá de la escuela”. Para este último año se contempla una parte del tiempo escolar destinado a aprendizajes dentro de empresas y otro al desarrollo de habilidades relacionados al emprendedorismo.
Los contenidos serán los mismos que los que vienen de la actual “Nueva Escuela Secundaria” (NES), que se está implementando en la Ciudad desde los últimos cuatro años. La diferencia es la forma en que se darán estos contenidos: con materias más vinculadas unas con otras y con el eje puesto en que los estudiantes trabajen con autonomía y en forma colaborativa.
En cuanto a la vinculación del último año con el trabajo, las pasantías no se harán solo en empresas. El lugar será elegido por los docentes junto al ministerio de Educación -que hará los lazos institucionales- y tendrán que tener un sentido pedagógico.
Los alumnos del último año también tendrán la opción de estudiar las dos materias comunes del CBC de la UBA u otras de institutos terciarios o profesoras, para así preacreditar esas materias e ir avanzando en su futura trayectoria educativa.
No habrá notas numéricas, sino un sistema de “créditos”. No habrá repitencia tradicional: se debe recuperar los contenidos.
“Queremos una manera distinta de pensar al estudiante”
“Decidimos comenzar a trabajar esta reforma porque queremos un cambio de paradigma, un cambio cultural, una manera distinta de pensar al estudiante del secundario, que se lo deja solo y no se lo acompaña cuando egresa”, dijo Andrea Bruzos, subsecretaria de Coordinación Pedagógica del Ministerio de Educación porteño.
Los cambios se implementarán en 20 escuelas como prueba piloto, entre técnicas, medias, artísticas y normales para lo cual “trabajamos con toda la comunidad educativa los marcos generales, y estamos recabando opiniones de docentes y otros actores en lo que sería la letra fina de las reformas”.
En cuanto al sistema de notas, ya no habrá un número sino que se evaluará todo el desempeño del alumno, sus habilidades, su esfuerzo y su conocimiento, para lo cual habrá un sistema de letras y de acreditación de puntajes.
“Pretendemos evaluar todas las dimensiones del aprendizaje y en este aspecto nos preguntamos en base a qué ponemos las notas. Por eso pensamos en instalar un sistema de letras y créditos para contemplar no sólo la apropiación de contenidos, sino las habilidades, el esfuerzo del estudiante por llegar a una meta”, detalló la funcionaria. Y agregó: “No queremos una nota como única pauta de evaluación, la nota sola no sirve para medir las distintas dimensiones del aprendizaje”.
“Si acompañamos a los estudiantes desde el jardín a la primaria y desde la primaria a la secundaria, no podemos dejarlos solos cuando egresan del nivel medio, debemos mostrarles otras alternativas y otros modelos de enseñanza”, apuntó.