"Las mujeres mayores son capaces de militar por un derecho que no van a vivir sobre su cuerpo. Porque luego de la edad reproductiva, no lo van a vivir, pero es una lucha en solidaridad con todas las jóvenes", destaca especialista.

En las múltiples actividades, charlas, debates y movilizaciones organizadas en el marco de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito se destacó la lucha y la solidaridad intergeneracional de las adultas mayores.

Los medios mostraron a militantes feministas de toda la vida y a muchas otras mujeres mayores que se sumaron en estos meses, con los pañuelos verdes colgando en sus cuellos, anudados en sus muñecas o atados en las carteras, peticionando -junto a las jóvenes y adultas- la aprobación del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

Y aunque el Senado rechazó el jueves a la madrugada el proyecto, la marea verde no se detendrá. Dejó muchas enseñanzas, hermanó, aunó fuerzas y visibilizó a las mayores.

“Las mujeres mayores son capaces de militar por un derecho que no van a vivir sobre su cuerpo. Porque luego de la edad reproductiva, no lo van a vivir, pero es una solidaridad intergeneracional y sororidad (hermandad entre mujeres) con sus hijas, nietas y todas las jóvenes, para que puedan contar con un derecho que a ellas les fue negado”, señala a este diario Mónica Navarro, directora de la Carrera de Especialización en Intervención y Gestión Gerontológica de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).

Navarro también es responsable del programa “Ancestras: Saberes, Género y Edad”, que se realiza en la sede Caseros I de la UNTREF, consta de un encuentro mensual, orientado a “empoderar a las adultas mayores, para aprender, compartir y vivenciar la problematización del género en todo el curso vital”. Está dirigido a mujeres mayores, pero abierto a todas las edades.

En este marco destaca que quienes trabajamos temas de género y edad “hace tiempo vemos” estos lazos intergeneracionales, “en espacios como Ancestras y en otros, como en el primer Ni Una Menos”.

Al respecto remarca que “en el primer Ni Una Menos hubo una clara participación de las adultas mayores que fue incrementándose en todas las movilizaciones posteriores y fue llevando a una participación cada vez más abierta en lo que fue el debate, las movilizaciones y la campaña por el derecho al aborto legal. Fue una visibilización progresiva y que se fue mostrando en la prensa en el último tiempo”.

Asimismo afirma que “se observa que en distintos espacios de participación se les dio voz a las adultas mayores para que se pronunciaran, se mostraran”, sigan dando cátedra.

“Décadas de feminismo”

“Las chicas son la punta del iceberg del movimiento de mujeres, es lo que se vio últimamente, tienen una potencia increíble y son capaces de hacer chocar el barco que viene con las tradiciones y que no ve los avances de género. Pero debajo, para que sea posible que exista esa punta del iceberg, hay décadas de feminismo en Argentina que se fueron construyendo con un trabajo de hormiga, es la base para la participación de hoy”, explica.

Y agrega: “Eso es tan real como la cantidad de abuelas junto a sus nietas que se vieron en las movilizaciones por la legalización del aborto. También hay innumerables adultas mayores formando parte de los encuentros nacionales de mujeres, de Ni Una Menos, de espacios de reflexión de género y sexualidad, del programa Ancestras, entre otros. Las jóvenes ven que las mayores tienen cosas que decir, las escuchan y siguen. Y las mayores les entregan su lucha”.

Por otra parte, comenta que en Ancestras “se habló mucho sobre el aborto a lo largo de la vida de las mujeres, los conocimientos que ellas tenían acerca de quiénes abortaron, cómo se realizaba”.

“Con sus relatos historizaron las prácticas clandestinas y a ellas las posicionaban en un lugar de reclamo de una ley (por la legalización). El aborto es parte de la historia de las adultas mayores, hayan realizado o no uno alguna vez, porque todas conocen a una que pasó por esa experiencia. Las mayores tienen mucha historia para contar”, remarca.

Navarro indica que hay adultas mayores que “comenzaron a militar recién ahora y otras que vienen desde muchos años, pero tanto unas como otras les muestran a las jóvenes que vale la pena luchar aún en este momento de la vida, cuando el cuerpo de ellas no se van a beneficiar con esa ley”. Mientras que, por otro lado, “las jóvenes les dicen que valió la pena estos años de reclamo, de poner el cuerpo en la militancia feminista”, agrega.

En tanto aclara que “tampoco hay que ser heteronormativo” porque en este movimiento se sumaron “mujeres mayores que tienen hijas, nietas, pero también se vieron motivadas y estuvieron presentes quienes tienen otra identidad sexual o quienes no tuvieron hijos o hijas”.

Y concluye: “Es importante destacar que, a pesar que no salió la ley, se ganó porque todo lo que sucedió en estos meses es un capital que el feminismo acumuló, no se va a perder, sino que va a seguir creciendo porque la marea se llevó puesto todos los prejuicios, estereotipos. Me parece que fue todo ganancia. Es un escalón porque vamos a seguir militando por este derecho y por todos los derechos sexuales para las mujeres de todas las edades. Hay un capítulo abierto”.

Una lucha que atraviesa la edad

En los actos y las marchas a favor del proyecto de legalización de aborto participaron “muchas mujeres mayores que cuentan con una militancia de años y otras que se sumaron recién ahora, que empezaron a cuestionar el patriarcado y (de jóvenes) les hubiera gustado poder decir lo que pensaban o poderse liberar, era una cuenta pendiente”, señala la directora de Personas Mayores de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Adriana Frávega.

En declaraciones a este diario sostiene que las mujeres mayores “se identifican mucho con las historias aunque no hayan tenido una experiencia de aborto. Se sacaron tabúes de encima. Y también piensan en otros temas, como qué hicieron con nuestros cuerpos cuando parimos, si todas las prácticas que se realizaban eran necesarias”.

“Las atraviesan muchas experiencias y a la vez se sienten identificadas con las jóvenes -remarca-. Si bien muchas mujeres mayores no pudieron ir (al Congreso cuando se trató el proyecto de ley), estuvieron presentes en las redes sociales, con fotos, portando el pañuelo verde en la calle o llevando un prendedor” de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

En este marco destaca que integrantes de distintos talleres que dicta la Dirección de Personas Mayores de la Facultad se sacaron una foto con los pañuelos verdes y luego la subieron a las redes sociales.

“Esta presencia de las adultas mayores tiene que ver con una solidaridad intergeneracional. Muchas eran feministas desde jóvenes. Otras se acercaron ahora, sintieron la necesidad de estar cerca. Y la lucha feminista atraviesa la edad”, remarca.

Acerca de las mayores que en estos meses se sumaron a la Campaña, Frávega opina que, en parte, se dio por la educación permanente de las personas mayores, “en el hecho que están participando de muchos espacios educativos, culturales, sociales y políticos, tiene que ver con haber ido a las universidades de la tercera edad, de haber accedido a la jubilación de amas de casa, lo que también ayudó a empoderarlas”, entre otros hechos.

“Y todas encontramos algún tipo de identificación. Las adultas mayores no van a abortar pero es solidaridad intergeneracional, es enfrentar al patriarcado. ¿Quién no ha tenido en su vida algún caso cercano? Y por las hijas, las nietas, las sobrinas, se piensa en las que vienen atrás”, señala.

En tanto, en la foto del pañuelazo “también hay varones mayores -indica- y ellos también están aprendiendo porque esto es cultural”.

“Se hablaba a escondidas”

Virginia Zubiaga tiene 60 años, es vecina del partido de Berisso y participa de las actividades de la Dirección de Adultos Mayores de la Facultad. “El debate (por el proyecto de legalización del aborto) se instaló en cada lugar, espacio público. Todas conocemos algún caso. Antes se hablaba a escondidas pero toda la vida se supo que se hacían estas prácticas. No hay que bajar los brazos, hay que seguir luchando”, señala.

Por su parte, Cira Bolívar de Franchimont, de 91 años, vecina de la ciudad de La Plata, participa de los talleres de Literatura y de Medios de Comunicación. Señala: “La mujer es dueña de su cuerpo. Tuve suerte porque me casé y tuve los hijos que quise por amor y con mi marido de acuerdo, pero eso no quita que comprenda a quien tiene dificultades. No por no haberlas tenido, voy a juzgar a otras. Además como asistente social vi muchas cosas”.

“Espero que esto (el rechazo del proyecto por parte del Congreso) sea un episodio y que la próxima vez (que se presente el proyecto) se logre y que el aborto sea un hecho de salud pública. La lucha va a continuar y espero alcanzar a ver que se logre”, manifiesta.

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