Nacido en los 90 en Japón, el síndrome de aislamiento recaló desde hace por lo menos 8 años en Argentina con casos en aumento de chicos abrumados por la sociedad que se recluyen meses en sus habitaciones.
Los casos de los adolescentes que se ven abrumados por no poder hacer frente a las demandas de sus padres, las exigencias del colegio, la competencia del deporte o el vínculo con sus relaciones y, para sortear esa sensación frustrante se encierran en sus cuartos durante meses y hasta años, es una “modalidad comportamental” en aumento en la Argentina, según una investigadora de este fenómeno nacido la década anterior en Japón que afecta mayoritariamente a varones de clases acomodadas.
El síndrome del hikikomori, voz nipona que refiere a aislamiento y reclusión, se expresa hoy en más de un millón de jóvenes japoneses pero en nuestro país, de acuerdo a los datos aportados por la titular del Centro Asistencial de Formación y Salud Mental, ARALMA, Sonia Almada, la problemática “está en aumento” tal como lo pueden certificar los casos en los que viene tomando intervención desde que se topó con la primera de estas manifestaciones, hace ocho años.
Almada, en diálogo con DIARIO POPULAR, afirmó que esta patología urbana “por ahora no es un epidemia pero es un problema en ciernes” que también tiene correlato en otros países de la región como Chile, Colombia, Ecuador y República Dominicana, siempre en adolescentes y jóvenes miembros de familias de buen pasar económico que tardan mucho en reaccionar cuando los afectados comienzan a ejercitar el ostracismo en el seno del propio hogar.
Quienes padecen este síndrome, en línea con los que se registran en otras latitudes, “son en un 90 por ciento adolescentes varones de entre 13 y 20 años”, explicó Almada, quien fue la primera especialista en el país en avanzar sobre este tipo de casos a los que ubica como “una patología urbana” de corte similar a los que fue la anorexia en los 90 o el “cutting”, es decir la tendencia a la autoflagelación, que arrancó en el 2000.
“La característica que tiene este fenómeno -al que también denomina síndrome por autoencierro- es que el joven decide el aislamiento porque no puede afrontar las exigencias del afuera, es decir no puede con sus padres, sus amigos, el colegio o con las chicas” puntualizó esta licenciada en psicología social que remarcó “la tremenda baja estima” que los define y por la cual se recluyen ya sea en su habitación, ocupando toda la casa o, por ejemplo, en un country en el caso de residir en un barrio de este tipo, pero del que no salen jamás.

Suicidio social
“Si por una depresión un adulto se encierra y no quiere salir, cómo no lo va a hacer el adolescente”, planteó la especialista, pero descartó que el joven que sufre este cuadro adopte actitudes agresivas y peligrosas para sí o terceros. “En todo caso, son agresivos en el contacto elemental que mantengan con sus padres a quienes llegan a amenazar con que se van a matar o hacer un desastre si lo obligan a salir o a tratarse”, aunque consideró que la actitud que asumen, de ruptura total con la sociedad que los circunda, los pone de cara a lo que la especialista encuadra en una suerte de “suicidio social”.
La forma de superar esta afección de acuerdo a la práctica que despliega en la entidad que preside consiste “buscar estrategias que incluyan el compromiso de los padres para ir sacando al chico del encierro ya que en muchos casos, “optan por la comodidad de verlos recluidos a la determinación de actuar con diligencia cuando perciben que algo no anda bien”.
  Sergio Tomaro

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2025-11499155-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados