La historia de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti suele ser narrada hasta hoy como un ejemplo de la injusticia. Entre tantas ejecuciones que hubo en Estados Unidos durante el último siglo, las que pusieron fin a la vida de los anarquistas italianos se destacan justamente por eso. Ambos fueron a la silla eléctrica por dos crímenes que -supuestamente- no cometieron. De ese hecho, este domingo se cumplen 93 años.
En 1925, un asesino condenado confesó su participación en esos asesinatos por los que acusaba a Sacco y Vanzetti: el del cajero Frederick Parmenter y su guardia Alessandro Berardelli, ocurrido durante un robo en una fábrica de calzado en el pueblo de South Braintree, en el estado de Massachusetts, en 1920.
Sin embargo, todos los intentos de reabrir el juicio contra los anarquistas fracasaron, incluido un pedido de clemencia del Papa Pío XI para que no se los ejecutara.
Los anarquistas italianos se convirtieron en un símbolo de la lucha por la libertad. Sacco nació en la ciudad italiana de Torremaggiore en 1891 y era zapatero. Vanzetti era oriundo de Villafalleto, en Piamonte, donde nació en 1888. Ambos llegaron a Estados Unidos en 1908. Tenían 17 y 20 años, respectivamente.
Ambos fueron considerados “mártires”, ya que la Justicia estadounidense de los años posteriores a la Primera Guerra Mundial era muy cuestionada. Y siempre hubo una gran polémica alrededor de su culpabilidad. El caso es conocido también por haber provocado reacciones de impacto mundial: las manifestaciones de repudio se hicieron incluso en la Argentina.
Varios intelectuales de la época pidieron la libertad de Sacco y Vanzetti: estadounidenses como Felix Frankfurter, Upton Sinclair, John Dos Passos y Dorothy Parker, así como el dramaturgo británico George Bernard Shaw y el escritor H.G. Wells.
Tal vez porque las autoridades querían que su ejecución sirviera de escarmiento, o porque el juez Webster Thayer detestaba a los inmigrantes y a los anarquistas que llegaban a Estados Unidos, la pena capital fue dispuesta sin escuchar los pedidos de clemencia.
En una carta enviada a su hijo desde la Prisión Estatal de Charlestown, el 18 de agosto de 1927, Sacco escribió: “Recuerda siempre, Dante, que el juego de la felicidad no tienes que usarlo para solo para ti, sino que debes mirar un paso detrás de ti, ayudar a los débiles que piden ayuda, ayudar a los perseguidos, a las víctimas, que son tus mejores amigos”.
“Ellos son los camaradas que luchan y caen, como cayeron ayer tu padre y Bartolo por la conquista de la alegría, de la libertad para todos y para los trabajadores pobres. En esta lucha por la vida encontrarás más amor y serás amado”, expresó Sacco.
Aquel 23 de agosto de 1927 se realizó un paro general en la Argentina decretado por las centrales obreras, y la noticia de la muerte de los anarquistas ocupó las tapas de los diarios de Buenos Aires.