Esa producción creativa que le permitieron publicar doce libros, tener columnas en diarios de todo el país y sumar diversas participaciones en programas de radio, constituye una circunstancia natural que Narosky deja fluir cuando su fina sensibilidad expresa un pensamiento modelado en palabras justas, acotadas y contundentes cuyo destino es el alma de quien lo lea.
"Soy sensible y eso tiene ventajas y desventajas. En contra es que la injusticia y el desprecio, por ejemplo, al sensible le duelen el triple pero por otro lado la sensibilidad constituye una virtud frente a la vida", afirmó Narovsky a
HISTORIAS DE VIDA en su departamento de Barrio Norte, donde pasa la mayor parte del día cuidando a su esposa Beatriz, que está atravesando un mal momento.
Nacido en 1930 en Darregueira,
La Pampa, Narosky empezó de chico a tener contacto con la literatura, primero en las pequeñas porciones brindadas por frases de grandes escritores que venían en los atados de los cigarrillos Fontanares, que fumaba su padre.José, hijo de Sofía, una ucraniana que aun hablando mal el castellano le enseñó a comprender el mundo, y de León, un agricultor lituano, sintió de chico atracción por las palabras y el pensamiento al punto que quería estudiar Filosofía y Letras. Pero el mandato paterno, basado en la necesidad de asegurar un porvenir, fue más y terminó haciendo Derecho.
"Fui un alumno récord en la Universidad de La Plata, pero de aplazos. No obstante me recibí de abogado y llegué a ser escribano pero a mí me gustaba otra cosa: escribir", señaló.
Su aforismo "Las puertas se abren para quien gira el picaporte", por el que Selecciones Reader's Digest le pidió autorización para utilizarla en sus publicaciones, se ajusta a la perfección al paso trascendente que dio para dar rienda suelta a su vocación.
Primero fue grabando micros de historia que difundían distintas radios pero después, tras una incursión televisiva en el programa "Sobremesa", el escritor y guionista Pablo Palant se dio cuenta del potencial que existía en Narosky para explotar aforismos.
El destino quiso que en la misma madrugada que murió Palant en 1975, Narosky diera forma a su aforismo inaugural sobre que "El dolor dibuja la fisonomía".
El pensamiento y la palabra"En el velatorio de Palant escribí como quince o más y al poco tiempo publiqué 'Si todos los hombres', mi primer libro con unos 300 aforismos", puntualizó.
"De ahí en más -dijo- siempre tuvo a mano una lapicera para escribir los aforismos" los que piensa y define "sin medir -aclaró- en que puedan tener o no repercusión".
Narosky sintetizó su capacidad de aunar sentimiento y precisión expresiva en su "predisposición para escribir frases cortas", remarcó que "no me gusta disfrazarme de escritor" y aportó que en todo caso "mis aforismos no son míos, son de la vida". Pero no duda en atarlos a aquella pasión nacida de niño con las frases que regalaban los Fontanares y que sirvió de combustible para otra de sus creaciones "En el hombre que somos está el chico que fuimos", Y tiene razón.
Embed
Lo empezaban a conocer y ya tenía como mil premios
El éxito fue un compañero en la carrera de José Narosky porque sus libros siempre tuvieron buena acogida en el público, atraído por la originalidad de su propuesta. Las ventas de sus compilaciones en el país abrieron también la puerta al mercado internacional y una de las repercusiones en ese terreno fue cuando la Sociedad de Escritores de Pekín lo nominó, en 2010, como uno de los mejores escritores del continente para el premio "Lao-Tse", distinción que finalmente recayó en el peruano Mario Vargas Llosa. Pero cuando todavía estaba más ligado a su escribanía, la que hoy continúan dos de sus tres hijos, y recién empezaba a ser conocido por los aforismos, fue invitado al recordado programa de televisión "Casino Philliphs". Al aire, el conductor Antonio Carrizo le preguntó sobre su labor como escritor y si ya había ganado algún premio.
José, desacartonado ante el reportaje, respondió con una humorada que Carrizo tomó como una certeza. "Sí, gané como mil". Carrizo, curioso por el detalle que aparentemente la producción del ciclo había pasado por alto le pidió precisiones, pero Narosky salió airoso. "La verdad que fue un momento difícil pero -contó- le dije a Carrizo que el último premio me lo habían dado esa tarde, cuando una señora me reconoció en un bar y me agradeció por los aforismos. De esos, que son los premios que valen, le dije a Carrizo, tengo como mil", concluyó.
comentar