Las imágenes que ofreció la costa desde bien temprano tuvieron la esencia de las postales más representativas del verano. Ya por la mañana, más allá de algunas nubes que rondaron el cielo, el domingo se presentó impecable; allá por las 9, casi no había viento y el marco se presentaba inmejorable para los que arrancan el día con ejercicios, caminatas, trotes o bicicleteadas.
En este último rubro, hay una modalidad que está creciendo en los últimos tiempos: "Yo voy a la playa en bici -cuenta Diego, un marplatense propietario de una casa de comidas en el centro- ni bien cierro, después del mediodía. Me voy para las playas de Punta Mogotes y vuelvo a eso de las siete de la tarde. Hago ejercicio y, encima, tardo mucho menos que si fuera en auto".
Por eso, la mayoría de los residentes han elegido la bicicleta como medio de transporte en época estival. Claro que, los que deben dirigirse al trabajo no pueden utilizar este medio de transporte, los días de calor, si es que no cuentan con la posibilidad de una ducha renovadora antes de iniciar las tareas.
El resto apela a los micros (desde esta semana se podrá utilizar la tarjeta SUBE en los colectivos de línea), los automóviles o las piernas, en el caso de los que han tomado la previsión de elegir un lugar de residencia a pocas cuadras de la playa.
"Salgamos temprano para evitar el tránsito y disfrutar más tiempo de la playa", fue una de las frases más escuchadas en la noche del sábado cuando, teniendo en cuenta los pronósticos de otra jornada de sol, se hicieron los planes para hoy. Por esa razón, antes del mediodía ya se podía advertir una gran presencia de turistas en las distintas playas; muchos munidos de sus provisiones para el almuerzo y otros resueltos a afrontar la hora en que se abre el apetito con las alternativas que ofrece la playa con vendedores ambulantes (las más accesibles) o en los puestos fijos de cada balneario. También se ha incrementado, en estos días, la modalidad de llevar a la playa los tradicionales sandwiches de miga, tarea para la cual también se hace indispensable la heladera portátil.
Los últimos en arribar a la playa (allá por las 15 y hasta las 16) fueron los que le sacaron jugo a la noche hasta entrada la madrugada. "Estos volvieron cuando ya era de día", explica Gonzalo, padre de Ezequiel y Nicolás, "pero no los esperamos para venir a la playa...". En cambio Federico, de 22 años, prefirió "seguir de largo" y reservarse para una siesta en la playa... una siesta que arrancó temprano... a las 9. Pero al menos, cuando despertó, ya estaba en la playa.
Charly, Gabriel y Diego, aún con el cuerpo blanco porque el viernes, cuando llegaron, no se sacaron la remera y se achicharraron brazos, cuellos y rostros, aparecieron recién sobre las 16.30, con gestos de haber pasado una noche dura, generando la exclamación del resto de sus amigos: "¡A esta hora vienen a la playa..."