Su padrastro abusó sexualmente de ella durante 5 años y sigue libre

El infierno de Lara tiene nombre y apellido: Fernando Daniel Pitra, su ex padrastro. Entre los 8 y los 13 años, Lara padeció todo tipo de abusos por parte de Pitra, quien, por esos años, era la pareja de su madre. “Me manoseaba, me desnudaba, me tomaba fotos. Incluso, tuve que hacerle una felación”, detalla. El monstruo, además, golpeaba cotidianamente a la madre de Lara y lavaba sus culpas apelando a Dios y a la Biblia.

Durante un tiempo, Lara, con tan sólo 13 años, fue la sirvienta de Pitra y de los padres de él: les lavaba, planchaba y servía. En un momento de desesperación, intentó contarle a la madre de Pitra (su abuelastra) lo que sucedía: ella le dijo que mejor se callara, porque nadie iba a creerle.

"Me manoseaba, me desnudaba, me tomaba fotos. Incluso, tuve que hacerle una felación", detalla.

Recién a los 14, Lara pudo hablar. Como primera medida, se fue de Buenos Aires a Formosa, a vivir con sus abuelos maternos. En 2016, acompañada por su abuela, denunció a Pitra (está asentada en el Juzgado de Primera Instancia de Formosa) y pidió una restricción perimetral. Pasó por las pericias y la secretaría de la Mujer, pero no consiguió que se la otorgaran. Lara supo que su abusador estuvo en esa provincia y pudo haberlo cruzado y si eso hubiese ocurrido, nadie lo hubiera impedido. “Va y viene, se mudó varias veces y vino varias veces a la provincia”, asegura ella.

La denuncia de Lara quedó en la nebulosa y Pitra sigue –en Buenos Aires, según lo que ella sabe- oficiando como pastor evangélico. Ese mismo año (2016), el caso se viralizó por un post que hizo Lara en su Facebook. Pero nada pasó a nivel judicial.

De aquel post pasó más de un año. “Quiero que todo el mundo sepa quién es esta persona. Es un pastor evangélico, atrae una gran masa de gente que cree en él”, había dicho Lara. Hoy, a pesar del paso del tiempo, todavía tiene miedo de encontrárselo, de volver a verlo y revivir aquel infierno.