La vida de Nikolay Pankov, un ciudadano kasajo crecido en Rusia, se parece a un cuento. Desde aquel lejano país llegó a la Argentina en 2010, vivió y trabajó en la Patagonia, se radicó en Buenos Aires y hoy vive el sueño de debutar como actor de teatro

El pequeño Nikolay Pankov, con solo 13 años, nacido en la ciudad de Semipalafinsk, muy cerca de donde se hicieron las primeras pruebas de la bomba atómica, fue uno de quienes emigró, junto a sus padres y su hermana, en tren, a la región de Siberia. Con un padre militar, y una madre empleada en una farmacia, debieron iniciar una nueva vida no exenta de sufrimientos, pero pudieron abrirse paso y establecerse en el nuevo país, en la ciudad de Ugur.

En aquellos días lejos estaba Nikolay (desde hace algunos años simplemente Nicolás, o Nico), de pensar que algún día de junio de 2019, a los 38 años, estaría a punto de debutar como actor en una de las más importantes obras de William Shakespeare, "Ricardo III" nada menos que en una sala de Buenos Aires, donde vive desde 2013.

La historia de Nicolás fue definida por algún amigo suyo como "un cuento", por el recorrido que la vida le tenía reservado, y que lo llevó desde su patria a Rusia, y luego de un periplo casi mágico, a principios del 2010 llegó a la Argentina impulsado por la oferta de un tío segundo que vivía en la Patagonia.

Desde su cálido y pequeño departamento en el barrio de Nuñez, Nico cuenta que "para mí fue un terremoto casi tener que irnos de Kazajistán, ya que Rusia era otro país, y no fue fácil el desarraigo, me costó adaptarme y por eso me refugié en la lectura".

Al concluir la secundaria, Niko decidió estudiar traductorado de alemán-ruso, y se fue a Abakán, capital de la pequeña república de Jakasia, en el Este. "como no teníamos plata, conseguí una beca, pero como necesitaba trabajar, tuve que abandonar".

Finalmente, Nikolay se reclutó en el ejército en Kansk, y comenta que "para mi papá era bueno que siguiera la carrera, por eso estuve tres años", y asegura que "si bien la experiencia que tuve fue buena, no era fácil, porque allá estar reclutado es algo permanente, y no salíamos ni los fines de semana".

Luego de trabajar como ingeniero de instalación de alarmas, reconoce que fue una amiga quien lo incentivó para mirar un poco su futuro. "Así, me fui a estudiar Psicología en Krasnoyarsk, mientras por la noche, trabajaba en una pizzería, y dormía en el patio de la universidad. Pero la jefa me instó a elegir, porque no le rendía en el trabajo. Y otra vez debí dejar los estudios".

Tras un par de años trabajando como camarero en boliches y bares nocturnos, y hasta ser DJ, se dedicó un tiempo a la producción de eventos en un shopping, y luego se radicó un tiempo en Moscú, "una ciudad increíble, pero muy fría en el trato entre la gente"

Pero fue en Novosibirsk, la capital de Siberia, donde Nico abrió una ventana a lo artístico. "Aprendí danza contemporánea, fui bailarín en un club y participé en obras y publicidad. También hice junto a una amiga un programa radial, sobre los jóvenes y sus horizontes, una hermosa experiencia, mientras me anoté en cursos actorales".

"Recuerdo - señala- que una amiga me prestó un libro de Paulo Coelho, "Alquimia". Me lo devoré y me cambió la cabeza. Lo increíble es que tiempo después, en una librería de la ciudad, Coelho iba a estar invitado una tarde. Así que me fui allí, hice la fila, logré que me firmara el libro, me saludara con un "obrigado" y ese libro me acompaña siempre". Sin dudas, en esos momentos Niko no imaginaba que poco después su vida cambiaría en un horizonte muy lejano de sus raíces..

Un largo vieja de Siberia a la Patagonia Argentina

Hace 9 años, Nikolay aceptó la invitación de un tío que estaba de visita en su ciudad, y que vivía en el Sur argentino. Cuenta que "con su familia se había radicado en Argentina, país al que yo solo conocía por las novelas de Natalia Oreiro aunque no lo crean, que allá son muy populares".

Aunque desde su llegada a Ezeiza el 1 de mayo de 2011 percibió que el idioma sería un duro escollo para integarse, Nico no retrocedió en su idea. Y se fue directo de Buenos Aires a Neuquén. Allí, en Rincón de los Sauces, donde vivían sus tíos, y más allá de los hermosos paisajes, Nico entendió que la vida no era "un cuento de hadas como mostraban las novelas".

Nico Siberia - interior - HDV

Nico relata que "trabajé en una verdulería, pero extrañaba mucho a mi familia y las cosas no salieron como había pensado". Tras un retorno fugaz a Buenos Aires, "como no me cambiaban el pasaje volví al Sur, mi tío me hospedó pero ya no me dio trabajo". Destaca que "por suerte en un pueblo cercano, Añelo, cerca de Zapala, me encontré con una pareja propietaria de un hotel, Arturo y Alejandra, que me ayudaron mucho. Con esfuerzo pude aprender en pocos días lo principal del idioma y pude avanzar".

Durante dos años, Nico cumplió una intensa labor como ayudante en el hotel Sol de Añelo: "fui mozo, decorador de las mesas, organizaba eventos, recibí a muchos extranjeros, y en alguna ocasión conviví durante unos días con los integrantes del ciclo Vecinos en Guerra, que habían ido a filmar allá, y hasta hice un personaje en un episodio", hasta que a fines de 2013 se radicó en Buenos Aires.

El sueño de debutar como actor de teatro

Ya habituado a la vida porteña, Nicolás conoce los guiños y los movimientos de esta ciudad. Hoy puede hablar con bastante fluidez castellano, aunque mantenga su acento eslavo. Actualmente en pareja, trabaja para una empresa de delivery y también es carpintero, y no solo por encargo, sino que además varios de los muebles de su casa los armó él mismo.

Pero el gran amor de Nicolás es la actuación. Además de haber hecho algo de publicidad y pequeñas participaciones en ciclos de TV, se muestra muy entusiasmado con la posibilidad de encarnar al duque de Buckingham en una próxima puesta de "Ricardo III", el clásico de Shakespeare sobre los intrincados caminos del poder, que debutará a principios de junio, los sábados en El Taller del Angel.

Cuenta que "llegué al elenco gracias a Teresa Abdala, actriz y directora de teatro, que también participa en la obra. Tuve una excelente recepción por parte de Cristian Escobar, el director y adaptador de la obra, que además es actor y ya tiene buena experiencia con los clásicos" y reflexiona que "me gusta leer a autores como Tolstoi y Chejov, y estoy tratando de ponerme al día con los autores argentinos".

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