Fascinado por el primer contacto que tuvo con un bandoneón, un vecino de San Andrés se empeñó en armar una increíble colección tanguera de discos y películas que hoy atesora en un mágico museo en el fondo de su casa.
El viejo gallinero de la casa donde Pascual Zappino vive desde que tenía 3 años, en San Andrés, hoy es un ámbito mágico tapizado de discos de pasta, compactos, videos, partituras y las imágenes de glorias indiscutibles de la canción ciudadana con lo que conformó una formidable colección.
Las tapas de los larga duración con las imágenes de Julio Sosa, Feliciano Brunelli, Juan D'Arienzo, Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese, lideradas por la de un Carlos Gardel presente en esencia en cada rincón del espacio donde Pascual da cobijo a lo que es una pasión iniciada un verano en la casa de sus tíos, en el barrio de Palermo.
"Era adolescente y como en casa no había mucha plata, fui a pasar unos días de vacaciones con mi primo, que estudiaba bandoneón. Y fue ahí donde me atrapó esa música", apuntó Pascual, de 71 años, a HISTORIAS DE VIDA, en la habitación que en su casa destinó a lo que bautizó como el Museo Privado del Tango.
Poco tiempo después de aquel episodio, Pascual adquirió lo que a la luz de tiempo se convirtió en su primer incunable de78 rpm con el tema "Gacho gris", cantado por Gardel, que inauguró la colección, que hoy supera largamente los 10 mil temas tangueros grabados en discos de pasta, vinilo y compactos que no entran en el cuarto ubicado en el fondo de la vivienda.
"Cuando estaba soltero, porque me casé a los 55 después que fallecieran mis padres a los que cuidé hasta el final de sus vidas, tenía instalado todo esto en las habitaciones del frente de la casa. Pero Fátima, mi esposa, me convenció de trasladarlo al lugar donde antiguamente estaba el gallinero", explicó.
Jubilado de Luz y Fuerza tras haber trabajado 33 años en la ex SEGBA y otros cinco en EDENOR, Zappino fue incorporando el tango como un nutriente para su existencia al punto que se especializó en la temática, a tal punto que se convirtió en hombre de consulta.
A media luz
Cursos sobre tango en la Manzana de las Luces, disertaciones en la Biblioteca Popular de San Martín, colaboraciones en medios zonales y participaciones fijas "sin cobrar un peso", como aclaró, en programas radiales como "Pavaditas", conducido por Mario Pischedda en la AM 1470, marcan la dinámica de una tarea constante que matiza con la reunión de los jueves al mediodía en Vicente López con otros cultores del dos por cuatro.
El Círculo de Amigos del Tango, integrado por "algunos de la tercera edad y otros de la tercera y media", ironizó, apunta a profundizar conocimientos sobre el tema, aportar datos y compartir grabaciones inéditas.
El único tiempo en que se aleja algo de lo que es su pasión es el que destina en el club Bartolomé Mitre al golf, el deporte que de joven le permitió arrimar unos pesos a la casa desde su condición de caddy.
"No soy ni poeta ni periodista, sino coleccionista y lo mío apunta a que no queden el olvido los grandes nombres del tango" afirmó envuelto en la atmósfera que invade su espacio y que hace respirar religiosidad tanguera.
Es que como en una catedral, un sentir invisible y silencioso enmarca el ambiente donde Pascual, en intimidad y con un tango como letanía, logra un contacto cercano y profundo con Charlo, Canaro, Corsini, Magaldi y Gardel, entre tantos otros, con el que les hace saber que en ese lugar sus voces, su música y sus musas recobran vida.