Gioffre, que estudió música con
Pierino Gamba, siempre tuvo una inclinación artística que volcó para el folklore y el tango, rubro que no era del agrado de su padre, don Luis, otro de los tantos inmigrantes arribados al país en los primeros tramos del Siglo XX proveniente de
Reggio Calabria, Italia.
Las cantinas porteñas eran su lugar de presentación hasta que un mediodía, un bandoneonista le acercó una propuesta impensada: que contara chistes en italiano, habida cuenta de sus ancestros que sumaban el ADN siciliano aportado por su madre.
"Le dije que podía contar algunos pero que no tenía repertorio y me contestó que no me hiciera problema porque los cantantes que iban a las cantinas tampoco lo tenían", apuntó a
HISTORIAS DE VIDA quien alcanzó notoriedad como Nicolita.
Es que en esas presentaciones nació el personaje que anima desde entonces, el de inmigrante italiano que con un español enrevesado narra cuentos, chistes y desventuras con el acento de su padre y de su tío, quien le contaba sus penurias como prisionero de guerra.
Las dificultades económicas de los primeros años con el tango y el folklore que llevaron a su familia a sostenerlo económicamente, fueron quedando atrás en la medida que el fenómeno Nicolita fue creciendo.
Las presentaciones comenzaron a multiplicarse al punto de hacer hasta seis por noche y así Nicolita se dio el gusto de llegar al teatro Opera, participar en programas en los canales 7, 9 y 11 con Quique Dapiaggi, empezar a vender discos compactos con sus cuentos y monólogos, y actuar en carnavales organizados por el recordado Guillermo Brizuela Méndez.
"Hasta ahora tengo 14 CD's, de los cuales 3 fueron éxito de ventas y una película en video", recordó.
"Es más, las grabadoras me disputaban y me empezó a ir muy bien" puntualizó, como lo reflejaban los cheques que recibía por sus trabajos y que tanto preocupaban a su padre. "¡Ma' como 'decá' que te paguen con 'eso papelito'!" insistía, desconfiado, don Luis.
- Papelitos que no eran chiste
Esos papelitos, al fin y al cabo, y los que logró después, le dieron tranquilidad económica desde una profesión que nunca lo tentó a transitar por la noche más allá de la distancia impuesta entre el lugar de las presentaciones y su casa.
"Siempre cuidé mucho mi casa y si bien es cierto que no soy la Virgen de Luján, también lo es que nunca me prendí en la noche", aclaró, como testimonio del respeto al hogar que levantó con Marta, su esposa desde hace 61 años, y con quien tuvo tres hijos que le dieron, a su vez cinco nietos.
Una reciente operación de columna que le dejó algunas molestias hicieron que se "tranquilizara un poco" como afirma, aunque sigue pendiente de cualquier llamado su teléfono particular para concretar una contratación. Mientras tanto repasa una vida intensa que lo lleva en su condición de hombre sensible a que algunas lágrimas emocionadas iluminen su mirada, seguro a modo de tributo a tantas risas que ha generado.i