Un portavoz del Talibán prometió el martes que los insurgentes que tomaron el control de Afganistán en los últimos días respetarán los derechos de las mujeres, de acuerdo con “los preceptos del islam”, y que no cobrarán venganza, tratando de calmar a una población recelosa y a unas potencias mundiales escépticas.
En medio de la incertidumbre sobre el futuro de las mujeres en Afganistán tras el brusco cambio de poder que se operó el último domingo, los talibanes aseguran que ellas "estarán contentas" de vivir bajo la sharía.
"Nuestras mujeres son musulmanas, también estarán contentas de vivir en nuestro marco de la sharía", declaró este martes en una rueda de prensa realizada en Kabul Zabihullah Mujahid.
“El Emirato Islámico no quiere que las mujeres sean víctimas”, afirmó Samangani, utilizando la denominación insurgente para Afganistán. “Deben estar en la estructura del gobierno de acuerdo con la sharia”.
En este contexto, el vocero defendió el derecho del movimiento a introducir leyes islámicas en Afganistán. Al mismo tiempo, confirmó que los insurgentes se comprometen a respetar las creencias religiosas y los valores espirituales de todo el pueblo afgano.
También precisó que no tienen la intención de ajustar cuentas con quienes lucharon contra ellos, por lo que han emitido un acta de indulto para sus enemigos en el campo de batalla.
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En ese sentido, el representante se esmeró por dejar en claro una idea: "Tanto quienes ayudaban a las fuerzas extranjeras como los funcionarios del Gobierno caído son todos nuestros socios en la construcción de nuestra patria".
En cuanto al temor de algunas naciones ante posibles nuevas amenazas, Mujahid destacó que los talibanes no permitirán que el territorio de Afganistán sea usado contra otros países.
Sin embargo, muchos afganos siguen siendo escépticos. Las generaciones mayores recuerdan las ideas islámicas ultraconservadoras de los talibanes, que incluían restricciones severas a las mujeres, así como lapidaciones, amputaciones y ejecuciones públicas antes de que fueran derrocados por la invasión liderada por Estados Unidos tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
La capital del país, Kabul, permaneció tensa y en silencio un día más, mientras los talibanes patrullaban sus calles y muchos residentes se quedaron en sus casas, atemorizados después de que la toma del poder de los insurgentes provocara que se vaciaran las cárceles y que las armerías fueran saqueadas.
Muchas mujeres han expresado su temor de que el experimento occidental de dos décadas para ampliar sus derechos y rehacer Afganistán no sobreviva al resurgimiento del Talibán.
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