En la víspera del comienzo de la cumbre del G-20, la ciudad alemana de Hamburgo ha sido transformada en una verdadera fortaleza, luego de que el gobierno desplegara a lo largo y ancho de la misma más de 19.000 policías que actúan con apoyo aéreo y marítimo.
Hamburgo, ciudad natal de la canciller alemana, Angela Merkel, fue elegida para convertirse en la anfitriona de la cumbre, por tratarse de uno de los pocos grandes núcleos urbanos en el país, además de Múnich y Frankfurt, que cuentan la capacidad hotelera suficiente para albergar a las delegaciones.
Los 19 mil efectivo policiales trabajan denodadamente junto una decena de helicópteros, botes y buzos que vigilan el río Elba, para que la ciudad, considerada como “la puerta al mundo de Alemania” se mantenga a salvo de cualquier tipo de ataque, ya sea por parte de terroristas o de los cientos de activistas que se han concentrado allí.
Es por eso, que las autoridades han fijado un perímetro de 38 kilómetros cuadrados, que incluyen el aeropuerto y el centro de congresos donde se celebrarán las sesiones, en el que están prohibidas cualquier tipo de manifestaciones.
De esta manera, la zona que rodea el área donde se realizará la cumbre aparecía este jueves desierta, ya que sólo quien esté debidamente acreditado como “vecino” puede moverse con cierta normalidad, según informó la agencia de noticias EFE.
Curiosamente, justo en los límites de la zona de exclusión se encuentra la casa del colectivo “Rote Flora” (Flora Roja), epicentro del movimiento antisistema que pretende impedir la celebración de la cumbre con acciones de bloqueo.
La policía dispuso un centro de detención provisional con celdas individuales y comunitarias y capacidad para 400 personas, en instalaciones que anteriormente había albergado a refugiados.
Se estiman que los gastos para la organización de la cumbre superan los 130 millones de euros, que incluyen tanto la seguridad como la recepción de los 6.500 miembros de las delegaciones y los cerca de 5 mil periodistas acreditados, procedentes de 65 países.
Se cree que uno de los objetivos más problemáticos será garantizar el desplazamiento seguro de las delegaciones, que irán llegando a Hamburgo hasta mañana, como la del presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, que se convirtió en el primero en llegar a Alemania este jueves. El verdadero dolor de cabeza será transportar a la delegación de Estados Unidos, compuesta por cerca de 800 personas.
Se calcula que cerca de una veintena de manifestaciones de diversa índole fueron convocadas en contra del cónclave. Este martes ya se registraron los primeros altercados, en los que cerca de un millar de personas que pretendían pasar la noche en la llamada “acampada anticapitalista”, se encontraron con la prohibición impuesta por las autoridades. Se estimaba que en esta pernoctada podían concentrar unas 40.000 personas, dispuestas a quedarse en el centro de la ciudad hasta el domingo para participar en distintos actos de protesta.
Ante la prohibición, los organizadores lograron, luego de recurrir a varias instancias judiciales, que se autorizara aunque solo como lugar de concentración diurno, sin que puedan pasar allí la noche.
Por otra parte, un incendio aparentemente intencional ocurrido este miércoles por la noche en un concesionario de automóviles Porsche de la ciudad es investigado por la policía, que sospecha que podría tratarse de una acción de activistas.
Tras encontrarse restos de material incendiario junto a los 10 vehículos siniestrados, la Fiscalía buscaba esclarecer si el hecho está relacionado con actos de protesta organizados por distintos grupos contra la cumbre.
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