La lata estaba en la mesa. Cuando se abría la puerta, su forma circular y color azul metalizado eran la invitación al gran deleite, a un aroma inconfundible. No había necesidad de un mate, té o café para acompañarlas. Las galletitas danesas eran el centro del centro. Pero al levantar su tapa, muchas veces todo se desvanecía. En vez de las dulzuras, había hilos, agujas, botones, tijeras… el objeto del deseo se había hecho costurero.
Así, pero al revés le sucedió a un usuario de Twitter. Claro, al hombre con identidad virtual @YungPakistani la costumbre le jugó en contra. Habrá visto siempre un costurero y no galletitas. "¿Por qué están estas galletitas en el costurero?", se preguntó.
Pero a su publicación le llovieron miles de respuestas y una gran coincidencia: literalmente todo el mundo le da el mismo uso a la lata de los bizcochos daneses.
“¡Con galletitas adentro la vida es buena!”, comentó otro usuario, al que le siguió: “Al parecer todas las madres DE LA TIERRA metían las agujas y los hilos en las latas de las galletas danesas”.
Entonces no es sólo cosa de abuelas y madres. La utilidad que se le otorga va de generación en generación. Los consumidores de la India, de Malasia, de Nigeria, de los kurdos, de Colombia, de Haití no quieren arrojarla al tacho de basura y deciden volver a llenarla con elementos pequeños y de uso específico.
"Desde el principio fue uno de los productos gastronómicos que más exportaba Dinamarca, así que se ideó el formato de lata redonda para mantener su frescura y evitar que se rompieran en sus largos viajes por el mundo", contó al diario El País, de España, un vocero de la compañía Kelsen, que desde 1933 fabrica y enlata estos manjares.
Cuando la popularidad explotó, la firma decidió que para evitar perder el sabor, la frescura y el aroma el producto sea vendido en la lata, que también protegería a las galletitas de golpes dentro de las bodegas de los barcos.
Cuando se observa la tapa redonda invade la nostalgia: una granja preciosa, rodeada por una paisaje verde y típico escandinavo.
Las Butter Cookies se logran comercializar en todas partes. Según contaron desde la empresa, China y Hong Kong son los últimos grandes países que van a las góndolas en busca de la brillante lata.
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