
U n día después de confirmar su liderazgo en la Superliga y en pleno receso, Boca ya puso a trabajar a su primer refuerzo de cara al próximo año. Es que tal como estaba estipulado, Ramón “Wanchope” Abila comenzó a entrenarse en el predio de Casa Amarilla para poder recuperarse rápidamente de la lesión que sufrió en el aductor mediano del muslo derecho jugando para Huracán. “Estuve con el profe, mejorando de la lesión. Me faltan unos días para estar al ciento por ciento, pero me siento contento por cómo me han recibido. Corrí un poco en la cinta y mañana (por hoy) haré más ejercicios de campo. Creo que vamos a llegar bien al 2 de enero, porque el dolor va disminuyendo”, aseguró el punta.
Por otra parte, afirmó que “es un sueño llegar a Boca, y uno tiene que estar a la altura de un club como éste y ponerse bien para rendir”. Recordemos que el goleador seguramente reemplazará a Darío Benedetto, quien se rompió ligamento cruzado y no podrá jugar hasta mediados del año que viene.
En ese sentido, Wanchope explicó que “es una lástima lo que le pasó al Pipa. Es un colega y pronto será mi compañero. Uno nunca le desea eso a otro jugador”; mientras que respecto al posible regreso de su amigo, Carlos Tevez, y así concretar el sueño de jugar juntos en Boca, dijo que “no puedo decir nada, hablé con él pero sobre otras cosas, veremos qué decide”.
La llegada de Abila se concretó a mediados de año, cuando Boca se hizo cargo de la deuda que Cruzeiro de Brasil mantenía con Huracán, de alrededor de 1.600.000 dólares por la mitad del pase, cediendo además a préstamo, a modo de compensación para el equipo mineiro, al juvenil Alexis Messidoro.
En ese momento, el técnico de Boca no quiso sumar al plantel a Wanchope porque contaba con Darío Benedetto y Walter Bou, y por ese motivo fue cedido por seis meses a Huracán, a préstamo, haciéndose cargo del contrato del jugador. Pero ahora, ante la grave lesión del 9 titular y el bajo rendimiento del suplente, también con varias lesiones, Abila tiene la chance de concretar el viejo anhelo de jugar en el xeneize, donde esperan ansiosamente por su capacidad goleadora.