Aunque su búsqueda profesional hoy no pasa exclusivamente por el físico, entre risas se define como una “veterana que está fuerte”. Recuerda los tiempos de gatita en el programa de Porcel, compara a las diosas de hoy con las de ayer, habla de sus amores y explica la metamorfosis de su carrera
Por HERNAN RIZZONE
on el paso de los años Sandra Villarroel decidió emprender un cambio de rumbo en su vida laboral. Atrás quedó aquella bomba sexual de los 80 que supo trabajar con grandes figuras de la escena local. Ahora dedicada al teatro sabe que su carrera ha tomado un rumbo único y especial. La actriz conversó con este medio sobre trabajo, sexo, una ex relación con un director técnico muy famoso y, entre otras cuestiones, los maltratos de Jorge Porcel en el pasado.
-Muchas veces se dijo que Jorge Porcel era complicado para trabajar y hasta rozaba lo agresivo. Vos fuiste parte del ciclo Las Gatitas y Ratones de Porcel. ¿Qué hay de cierto?
-En aquellos años no cualquiera iba a la TV porque se consideraba “gatos” a quienes trabajábamos con Porcel u Olmedo; hasta no podíamos entrar a ciertos lugares. Después de mucho tiempo, por ejemplo, hacíamos publicidades o modelábamos, algo impensado en esos años. Vi que Jorge con los demás era agresivo, pero no conmigo porque sabía de mi carácter. Por ejemplo, maltrataba muchísimo a Amalia Yuyito González, a quien le decía cuando se hizo las lolas y se puso demasiado: “Quién te creés que sos, Moria hay una sola” o le comentaba: “Necesitás una bandeja para llevar las tetas...” Además, eso lo comentaba delante de todo el equipo de trabajo. Fue la única vez que lo escuché. Igualmente, en el segundo año del ciclo hizo cosas como taparme la cámara, cortar mi plano y decir mi letra.
La dejó plantada
-¿Volviste a verlo en alguna ocasión?
-Tenía ganas de verlo, y fui con mi hijo a Miami en 1995 y lo llevé porque ambos se llevaban muy bien. Allá, él tenía un restaurante y hablé con su mujer y combinamos para vernos, pero al final ese día no vino. Después, cuando regresó a la Argentina al bajar del avión lo primero que dijo fue que “las chicas que habían trabajado con él eran insanas”. No tengo idea qué quiso decir después de haber vivido tantos años de nosotras, le hice la cruz.
-Aquellos que te ven caracterizada hoy en día en la obra teatral, recuerdan aquella Nena que actuaba con Jorge Porcel. ¿Hay un abismo entre una Sandra y otra?
-Sí, nada que ver. Me sorprende eso de mí y uno estudia y nunca sabés hasta dónde podés dar lo mejor de vos.
-¿Cómo se dio esa metamorfosis en tu carrera, pasar de vedette a actriz?
-Una vez que terminé con Jorge Porcel en la televisión, preparé un ciclo infantil El show de Bugs Bunny. Junto con eso tenía la necesidad de hacer algo más. Me puse a estudiar drama con Norman Briski, y fue mi mejor elección a la hora de estudiar.
-¿Cómo fue ese encuentro entre vos y Briski?
-Para construir hay que destruir, eso fue esencialmente lo que hizo Briski conmigo. Tal vez, su accionar es más agresivo que otros. Yo soy hija del rigor (risas). La verdad le tenía terror a Norman. Aquel encuentro no me lo olvido más. El primer día de clases él miraba a unas 40 personas que había en el lugar, y con sólo observarlas, decía: “Vos te quedás, vos te vas”. Bueno, dije ahora me toca a mí, y sin embargo, no me rechazó. Después de terminar la primera clase nos pusimos a hablar, él me dijo que no me faltaba aprender comedia, y ni me atreví a preguntarle nada. Vale la pena recordar que yo venía de tener ocho años de experiencia con gente como Heber Lobato, teatro con la pieza Las Brujas, con María Rosa Gallo, Alicia Bruzzo, Alicia Zanca, entre otros.
Un amor que le hizo el Coco
-¿Ahí ya querías cerrar una etapa laboral para empezar otra?
-Ya haciendo La Nena, en el 87, en el primer año, buscaba hacer otra cosa, porque sentía que todo me quedaba chico. En ese año, fui cabeza de compañía en Perú y triunfaba en la TV de ese país, con lo cual andaba muy bien. Además, yo cuidaba la infancia de mi hijo. Incluso, ya tuvo algunos problemas que me enteré después de un tiempo.
-Alguna vez se te ligó sentimentalmente con el Coco Basile. ¿Fue cierto?
-Sí, fue cierto, pero Coco pensó que yo lo había dicho. Yo soy Sandra Villarroel, no porque me acosté con... sino porque hice el personaje de...
-¿Qué le viste al Coco?
-Era un caballero y un hombre bárbaro. Yo tenía entendido que era soltero.
-¿Cuánto duró todo?
-Tres meses.
-¿Con El Facha Martel pasó algo?
-No pasó nada, con el accidente de Alicia Muñiz -la recordada mujer de Carlos Monzón que murió en Mar del Plata-, el Facha salía con una menor y convenía más decir lo nuestro para zafar.
-¿Dónde quedó la Sandra que era una bomba sexual?
-Ahora a esa mujer la describo como una veterana que está fuerte (risas). En el presente, estoy sola y los jóvenes todavía me dicen cosas (risas). Me siento plena a los 46 años.
-¿Y sexualmente dónde está aquella femme fatale?
-Siempre fue bueno. A los 20 años, era espectacular, y ahora también lo vivo muy bien con la única diferencia que ahora puedo pasar más tiempo sin tener sexo.
-¿Sos amiga del touch and go?
-No, ni siquiera cuando era pendeja. Estoy soltera desde 2000, y me gustan los veteranos (risas).
-Ahora seguís con la pieza Si Alguien lo Sabe, por Favor que lo Diga, que se exhibe los miércoles, a las 21, en el Complejo La Plaza. ¿Qué podés contarnos al respecto?
-Desde hace un tiempo vengo haciendo el unipersonal. Mi papel se llama Cala, que es una mujer negativa que ronda lo absurdo. Hay en la propuesta mucho humor. Ella siempre a todo le pone palos a la rueda y hay escenas muy disparatadas.